Aprender a hablar francés fue lo más difícil en el proceso de adaptación para vivir en un país europeo, reconoce Perla Sánchez Fonseca, comunicóloga queretana que vive en París desde hace cinco años luego de haberse casado con un francés; hace un año y cuatro meses se convirtió en mamá. Actualmente es la encargada de comunicación de “Los Contemporáneos París”, medio de información de hispanohablantes.
Para Perla, haber formado una familia y su realización profesional le han permitido que su estancia en París la hagan sentir feliz y completa, a pesar de estar en una ciudad donde sólo hay sol durante dos meses cada año.
La historia de cómo llegó a París parece un guión de película: durante un viaje por varios países europeos conoció a su esposo, el romance surgió inmediatamente pero ella tenía que volver a México, él le prometió buscarla y tres meses después llegó a visitarla. Después de tres meses se casaron y comenzaron una vida en París.
Al aceptar casarse, Perla también aceptó irse a vivir a Francia y esta circunstancia de vida fue una oportunidad para prepararse académicamente, en la actualidad ella habla otros tres idiomas además del español, lo que le ha ayudado para ejercer su profesión en medios de comunicación de España y Francia. Aunque siente un profundo amor por México, sus logros profesionales y personales, como la llegada de su hijo, también han hecho que la perspectiva de volver a México haya cambiado.
“México es un país extraordinario, en algún momento puedo regresar si mi esposo y yo tenemos una buena oferta de trabajo (...) actualmente los dos trabajamos en París, tenemos prestaciones económicas incomparables con México y sería muy difícil ahora con un hijo tomar la decisión de regresar (…) en caso de que mis padres necesitaran de mí volvería sin pensarlo”, expresa.
Perla confiesa que una de las claves que ha encontrado en París para poder realizarse como extranjera es confiar en las capacidades propias y aferrarse a que los sueños se pueden cumplir; otra de las reglas de oro que ha aprendido es a no tomarse personal el trato que dan los parisinos a los extranjeros, pues sólo se trata de otra forma de vivir y de relacionarse.
Junto con su esposo y su hijo esta queretana se confiesa plena por la vida que eligió.
“Luché para hacer algo de mi profesión, sabía que si agarraba cualquier trabajo no iba a ser feliz (...) tienes que llegar con la convicción de que la vas a armar y no soltar tus sueños”, relata.
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