Desde hace 45 años la familia Ugalde se ha dedicado la tapicería. Ha reconstruido salas, sillas o cualquier mueble que requiera de este servicio. A la fecha, los hijos del fundador son quienes laboran y administran el negocio.
Ubicado en el Centro Histórico de la capital, el establecimiento recibe tanto a nuevos clientes que buscan la restauración de muebles minimalistas como a quienes son sus clientes desde hace décadas y que en la actualidad siguen llevando salas estilo Luis XV.
Los hermanos César y Eduardo Ugalde Borbolla, junto con Gustavo Ramírez, trabajador desde hace 20 años, son quienes diariamente se dedican a la restauración de muebles.
Entre los tres tapizan sillas, sillones, salas completas y hasta cojines.
Laboran desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche, entre semana, y de nueve de la mañana a seis de la tarde los sábados. Parte de sus jornadas de trabajo consisten en: “destapizar el mueble, cambiar el resorte, ajustar las bases, cortar la tela y coserla para posteriormente unirla a la base del objeto”, explicó César Ugalde.
Aunque el proceso parece fácil, dicen que éste se ha modificado con el paso del tiempo, ya que anteriormente era más complicado, debido a que se trataba de modelos más sofisticados y más detallados; modelos que a la fecha suelen recibir por parte de sus clientes antiguos, a quienes conservan desde que su padre atendía el negocio.
Los cambios en el proceso de tapizado surgen con los nuevos modelos de muebles, pues afirmaron que mientras una sala estilo Luis XV requiere de más elaboración, una actual, estilo minimalista, es más fácil de procesar. “Antes eran Luis XV o Luis XVI, ahora son minimalistas”, declaró Eduardo, quien prefiere restaurar los muebles de época ya que “me remontan a ese tiempo y además necesitan de más detalles”.
Mientras tanto, César opta por los modelos actuales, pues aligeran la carga de trabajo.
Tradición familiar
Los tapiceros recordaron con gusto haber entrado al negocio del tapiz hace más de 30 años, cuando desde jóvenes su padre los introdujo en esta labor.
Recuerdan haber empezado como ayudantes de su papá, quien los enseñó a trabajar desde el oficio más sencillo —como era barrer o trapear el establecimiento— hasta lo más laborioso.
Eduardo manifestó que le gustaría que al igual que ocurrió con él, sus hijos se dediquen a la tapicería, lo cual ve complicado pues sus muchachos no han demostrado interés por el oficio que realiza su padre. “Se ve que no van para el mismo oficio”, comenta.
Los hermanos Ugalde son los encargados del lugar, al cual acuden día a día, a fin de realizar los trabajos que aprendieron a hacer desde que eran niños, cuando su principal medio de instrucción fue la observación.