Con el Gallo recorriendo las calles del barrio, la noche del 12 y la madrugada del 13 de septiembre, inician formalmente las festividades por la Santa Cruz, “la fiesta grande del pueblo” en la ciudad de Querétaro.

El señor José Antonio León Sánchez, de 45 años de edad, trabaja más de tres meses para pensar, diseñar y construir un emplumado gigante de papel y carrizos, que sólo sobrevivirá algunas horas, porque la gente, con la emoción y el alcohol ingerido, los quema o los rompe.

“Queremos conservarlos, pero con el ambiente, fervor de la banda, nos da coraje, pero no queremos meternos, no saben el trabajo, la realización, el tiempo y la inversión de todo esto”, mencionó el señor Sánchez.

Don José Antonio pertenece a la tercera generación de artesanos que trabajan en la elaboración del gallo. No cobra por su trabajo. Es una ofrenda, un regalo de los fieles, una forma de dar gracias por lo recibido y lo que vendrá.

El taller de León Sánchez se encuentra a un lado de la entrada principal de la iglesia y convento de la Santa Cruz. El espacio lo presta el convento y los frailes. “Ellos son nuestra guía”, asegura el artesano.

Por las mañanas es empleado del municipio y por las tardes hace gallos gigantes de colores, que miden hasta cinco metros de alto.

Entre el desorden se aprecian floreros, un judas de cartón tomando una lata de cerveza con espuma de unicel y algunos cuadros con muchos milagros colocados en forma de cruz, entre otras cosas sin orden y sin sentido. El trabajador pide no tomar fotos, ya que “es nuestro lugar íntimo, y sólo es para nosotros”.

“Cada año se fabrica un animal distinto y cuando se podía, y no era presa del pueblo, se lo llevaban al presidente municipal la noche del grito a Plaza de Armas, el 15 de septiembre , para que lo pudiera ver”, cuenta el entrevistado.

El Gallo de la Cruz recorre los cuarteles de concheros y otros oratorios. “Es la anunciación de las festividades y es como si un gallo serenara”, explica el señor José Antonio.

Detrás del animal de papel camina una banda de viento y feligreses. Se han llegado a contar hasta 500, entre curiosos y agregados. Explicó que antes sólo salía a las calles una banda de viento y mariachis, “pero qué es lo que nos canta en la mañana, pues un gallo”, agregó el trabajador.

Explicó que los primeros Gallos de la Santa Cruz eran imágenes rústicas, sin mucho ‘chiste’, casi piñatas grandes, pero con el tiempo el trabajo se volvió cada vez más refinado y esmerado, al igual que los colores, para que los apreciara el presidente municipal, relató.

La procesión inicia la madrugada del 12 de septiembre en el marcado de la Cruz hacia el templo.

Se ejecuta una danza, la primera de la festividad, del capitán Francisco Amador, de Presa de Rayas, en el Municipio de El marqués.

Con la claridad de la mañana del día 13 de septiembre, sucede uno de los actos más bonitos de la fiesta, la procesión del Gallo de la Cruz, en donde se encuentran con los pajareros de Santa Rosa de Viterbo, que caminan de la Merced al Templo de la Santa Cruz.

“Todo el atrio se llena de pajaritos, es muy bonito, pero esos (los pajaritos) no los sueltan, ni los queman, se quedan en sus jaulas”, contó don José Antonio.

El artesano cuenta que la idea del emplumado se le ocurrió a su abuelo, don Erasmo León Juárez, hace unos 60 años. En el Barrio de la Cruz todo es tradición sin abolengo, enseñanza de los padres y los abuelos.

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