Por más de 70 minutos, los poco más de 600 queretanos que presenciaron el partido mundialista México-Camerún en Plaza de Armas, mantuvieron contenido un grito de júbilo. Errores arbitrales impidieron que hasta en dos ocasiones, los aficionados pudieran celebrar “como Dios manda”. Pero la historia, en esta oportunidad, tuvo un final feliz: México jugó bien, ganó y convenció a sus seguidores.

El húmedo gol convertido por el delantero Oribe Peralta al minuto 29 del segundo tiempo, hizo brincar de sus asientos al propio gobernador José Calzada y a todos los integrantes de su familia. Las porras y los gritos a favor del conjunto nacional, de todos los asistentes no se hicieron esperar. “Tenías que ser tú Oribe, eres lo máximo cabr…. Te regalo mi carro, te regalo mi casa, es más te regalo a mi novia…”, gritó desaforado, uno los jóvenes que lograron acomodarse, junto con su novia, sobre la plancha de Plaza de Armas. Los mejores lugares, adelante inclusive de la zona reservada para las autoridades locales.

Y es que en realidad, los fantasmas de la “mala suerte”, comenzaban a hacer mella en los asistentes, tras la conclusión del primer tiempo. Los dos goles incompresiblemente anulados, a la Selección Mexicana, durante ese lapso, habían pegado muy duro en el ánimo de los seguidores del TRI.

El medio tiempo en donde se obsequiaron algunas golosinas y botellas de agua, sirvió para tranquilizar un poco el nerviosismo. Las autoridades aprovecharon para dar entrevistas a reporteros locales y tomarse fotografías con sus familiares, que rápidamente circularon por las redes sociales. El cero-cero mantenía la esperanza.

Sin embargo el panorama se volvió turbio. Los africanos provocaron jugadas de peligro, justo al arranque del segundo tiempo. Un silencio sepulcral se vivió en Plaza de Armas, con un remate no tan contundente de Samuel Eto, pulcramente contenido por el guardameta Guillermo Ochoa.

Y fue entonces que se comenzaron a vivir los minutos más dramáticos del partido. Algunos los enfrentaron mordiéndose las uñas, otros persignándose o tapándose la cara e inclusive algunos más sacando los rosarios o las estampitas de la virgen de Guadalupe. “No quiero ver, no quiero ver, mejor platícamelo”, alcanzó a decirle una adolescente, a su madre que la acompañó al partido, antes de taparse la cara.

Pero, la realidad es que el equipo azteca siempre buscó el triunfo y en la búsqueda llevó el premio. Una jugada por uno de los costados de la cancha, provocó que el balón cayera en uno de los jugadores más creativos de la Selección Mexicana: el delantero Giovanni Dos Santos. El mexicano de inmediato buscó la portería, sacó un buen disparo que logró ser desviado por el portero de Camerún. En ese momento fue un pequeño instante de frustración. Fue como una fracción de segundo de “dolor puro”; tras el disparo fallido de Dos Santos.

Todo mundo en Plaza de Armas, se llevaba las manos a la cabeza en señal de desesperación. Nadie contaba con el hambre del delantero Oribe Peralta, quien como ciclón se abrió paso entre los defensas y con un certero punterazo le dio el su primer gol y sus primeros tres puntos al equipo nacional. Fue así como Plaza de Armas de llenó de júbilo.

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