Los trabajadores del municipio plantan y podan los árboles del Panteón de los Queretanos Ilustres. Preparan el lugar para los homenajes habituales a La Corregidora, Josefa Ortiz de Domínguez, por su participación activa en la conspiración que derivó en el levantamiento armado de independencia de 1810.
Los visitantes, de acuerdo a los encargados del monumento, aumentan en esta época del año, principalmente personas provenientes de otros estados y países que pasan las fiestas patrias en lo que se conoce como la cuna de la Independencia.
Una pareja se toma una selfie, padre e hijo leen los documentos que se encuentran dentro del recinto mientras ven los nichos de Ignacio Pérez, personaje que, una vez descubierta la conspiración del movimiento, llevó el mensaje de La Corregidora al cura Miguel Hidalgo.
Los asistentes también se detienen a ver la foto del cerrojo por donde, en 1810, se entregó el mensaje, para que Ignacio cabalgara rumbo a Dolores.
En el recinto se encuentra la tumba de Epigmenio González, comerciante queretano, que junto con su hermano Emeterio, participaron en la conspiración, hazaña por la cual lo desterraron a Filipinas, donde pasó casi tres décadas en prisión, para posteriormente regresar a México.
En el altar de lo que fuera la capilla del primer panteón civil de la ciudad, un busto de La Corregidora tiene una rosa roja.
La mayoría de los documentos que se exhiben tienen que ver con Josefa Ortiz de Domínguez. Cartas, pinturas, grabados, todo relacionado al personaje queretano más reconocido por la historia oficial que tomó parte importante en la Independencia de México.
Para La Corregidora, cada año, la mañana del 15 de septiembre, se le recuerda al pie de su nicho, donde reposa junto al que fue su esposo, el Corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez.
Un grupo de 20 trabajadores municipales laboran a marchas forzadas para embellecer el lugar donde descansan los restos de La Corregidora, ante la mirada de los visitantes del lugar.
En un momento, los pasillos del Panteón de los Queretanos Ilustres se llenan de personas. Una docena de visitantes intentan abrirse espacio entre la multitud para tomar fotografías y leer los documentos.
Afuera, los trabajadores siguen con sus tareas. Algunos pintan el muro rojo en donde están colocadas las placas con los datos de los queretanos más ilustres de la historia nacional.
Otros siembran flores en las jardineras, mientras que otros compañeros podan los cipreses y limpian las estatuas.
“Es para la ceremonia del 15 [de septiembre] en la mañana”, dice una de las trabajadoras municipales, quien indica que al evento acudirán el gobernador y el alcalde de la ciudad, como cada año, añade.
Otro trabajador da indicaciones al personal que resguarda el panteón para que lleguen de madrugada a colocar la bandera y para que el resto del personal encargado del protocolo tenga todo listo cuando las autoridades arriben al sitio.
El flujo de visitantes disminuye conforme se acerca la hora de la comida. Los turistas buscan donde saciar su apetito, al igual que los trabajadores del municipio, quienes se comienzan a organizar para ir por las tortillas y los refrescos.
Los trabajos de remozamiento no se quedan al interior del panteón. Afuera, otro grupo de empleados capitalinos siembran más flores y podan algunos de los árboles cuyas ramas caen sobre las rejas del monumento histórico.
Dos trabajadores, arriba de un árbol, tratan de cortar una rama grande que amenaza con debilitar la reja del panteón. Algunos ciudadanos observan la maniobra, que busca que la reja del lugar permanezca sin daños.
Antes del mediodía, los trabajadores ya pintaron todo el muro rojo. Dos compañeros más barren los trozos de pintura vieja que fueron removidos para que se pudiera pintar y que la pared resistiera la nueva capa de pintura.
Una pareja originaria de Puebla entra al panteón, son de mediana edad. “Nos dimos una escapada”, dice el hombre, mientras la mujer sonríe. Son de los pocos visitantes que hay a media tarde en el lugar. Incluso los empleados municipales comienzan a bajar el ritmo de su trabajo, y esperan a los compañeros que fueron a comprar tortillas.
Para otros turistas, por ejemplo, tres japoneses integrantes de una familia, fue más llamativo tomarse una decena de fotos desde el mirador.
Afuera del panteón sólo se observa a una vendedora indígena, quien ofrece sus artesanías, la mayoría hechas por ella misma. No logra vender nada en poco menos de una hora.
El resto de los vendedores de artesanías que se instalan en las inmediaciones del Panteón de los Queretanos Ilustres no se encuentran en estos días, por lo que el sitio se ve solitario.
Algunos turistas pasan de largo. Otros más se adentran al mausoleo, donde los queretanos más influyentes en la historia del estado reposan para recibir un homenaje por su vida destacada de quienes en la actualidad habitan la entidad.
Para muchos de los nuevos queretanos visitar este lugar es ilustrativo, pues pueden conocer quienes eran los personajes, reconocidos principalmente por los nombres de las avenidas y delegaciones, que por la historia de sus vidas.
El mausoleo es de los lugares que más se visitan el Día de la Independencia. Grupos escolares y turistas llegan para enterarse de las personas que ahí se encuentran, que son queretanos, son ilustres, pero que aún la historia nacional no los tiene en las páginas de los libros ni en los guiones de los guías de turistas.
bft