San Cristóbal de las Casas, Chis.— Miles de indígenas colmaron con devoción el Deportivo Municipal, muchos más aún estaban en tránsito hacia el lugar cuando el papa Francisco comenzó la misa y citó un salmo bíblico en lengua tzotzil. El momento hizo olvidar más de ocho horas de espera, sin contar el trayecto desde sus comunidades, kilómetros recorridos sólo con la fe de llegar a la cita para ver y oír al hombre al que llaman canal lum kinal, “cuidador del pueblo”.
Los indígenas del Coro de Acteal, formado después de la masacre de los 45 pobladores en diciembre de 1997, entonaron el himno Bienvenido, mientras el papamóvil avanzaba del estadio de beisbol al altar.
El sacerdote de Tila, Heriberto Cruz Vera, a toda voz clamaba por el Papa “al lado de los pobres”, porque desde la llegada de Francisco, la diócesis recibió el respaldo para la traducción de la Biblia al tzeltal y tzotzil, el uso de la liturgia y ritual en lenguas nativas y continuar con la ordenación de diáconos permanentes indígenas.
Habían pasado más de ocho horas desde que se abrieron las puertas de acceso al deportivo, donde desde la madrugada, sin importar el frío, los integrantes de diversas etnias comenzaron a formar una fila que alcanzó dos kilómetros, en la que algunos, para pasar el tiempo, entonaron cantos de alabanza o rezaron. Fuera en español o en su lengua materna, el fervor era el mismo.
Lo más fácil fue entrar al deportivo, pero conforme los fieles avanzaron tuvieron que enfrentar varias barreras que les impedía llegar a los “cuadrantes” o espacios desde donde escucharían al Papa.
Muchos indígenas, al ver que no podían seguir más allá de una cerca de alambre de púas, optaron por regresarse. A algunos fieles no les importó la presencia militar y policiaca y rompieron la alambrada en varios puntos para poder acercarse hacia el altar donde oficiaba el Papa, pero fue muy poco lo que se aproximaron y muchos de ellos subieron a los árboles o se treparon a una barrera de triplay, donde permanecieron por más de una hora.
Pasaron del frío de la madrugada a un intenso calor, y después del mediodía el área de Protección Civil reportó 102 personas atendidas por desmayos y deshidratación.
Los guatemaltecos y salvadoreños desplegaron banderas y pancartas durante la misa, gritaron vivas al papa Francisco, y “oraron con el cuerpo”, con un baile de leves movimientos de izquierda a derecha bajo la música de 150 violines. La liturgia prosiguió en el deportivo, en el que se instalaron carteles y panorámicos de bienvenida en tzotzil: lek milatalxa, “qué bueno que viniste”.
Bajo un cielo azul, los indígenas de San Juan Chamula, los de Zinacantán, de Chenalhó; los choles, tojolabales, los mayas de Yucatán, los indígenas guatemaltecos y de otras entidades de México escucharon el mensaje del Pontífice, a quien semanas antes los tzeltales designaron como: “el Papa de los pobres”, con el nombramiento canal lum kinal.
Los indígenas entregaron biblias en tzeltal de Huixtán y en tzotzil de Zinacantán como regalo al jerarca católico, que en esta visita autorizó proseguir con el diaconado permanente indígena y permitir que las misas se oficien en las lenguas nativas.
Antes de partir a Tuxtla Gutiérrez, el religioso argentino visitó la tumba del obispo Samuel Ruiz, a quien conoció y los pueblos originales conocen como el primer canal lum kinal.