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Juan Manuel Rojas Olvera ha decidido por primera vez emprender el peregrinaje hacia la Basílica de Guadalupe y hacia su “sanación interior”, arrepentido de su juventud, la cual estuvo envuelta en drogadicción y cultos satánicos, para él la visita a la reina de México es especialmente importante para reencontrar el camino del bien.
Con 33 años de edad, Juan Manuel asegura haberse alejado de la fe católica desde los 13 años, cuando un grupo de amigos lo invitaron a realizar rituales satánicos y a venerar a la Santa Muerte; atribuye a estas prácticas otros problemas como el consumo de drogas, riñas y la comisión de delitos menores, que lo separaron de sus familiares.
“He perdido a mi familia, me divorcié dos veces y desde hace cuatro años he dejado de ver a mis hijos; me había alejado de Dios y tengo fe en que con la visita a la virgen de Guadalupe comience este largo camino para reencontrarme con Dios”.
A tan sólo unos días de emprender la peregrinación desde la ciudad de Querétaro, Juan Manuel asegura que ha encontrado la paz interior que durante años no había sentido, ya que la compañía que los peregrinos le ofrecen, los rezos diarios y escuchar la palabra de Dios le han convencido a buscar el reencuentro con la fe católica y principalmente con sus hijos y familia.
Hace tan sólo unos meses que Juan Manuel ha iniciado su proceso de “sanación interior”, se ha alejado de las “malas compañías”, aseguró haber sentido la necesidad de acercarse a la virgen de Guadalupe para iniciar su verdadero vinculo a Dios y luego de ello reconciliarse con todos sus seres queridos.
Juan Manuel se responsabiliza de generar el mal a su alrededor, al practicar ritos satánicos que, asegura, le han “cobrado facturas” igual que a los suyos. “Estar en el lado del mal tiene sus consecuencias, no sólo para uno mismo sino para la gente a tu alrededor; no se trata de perder la vida sino estar muerto en vida, hice pactos con el demonio que me afectaron física y espiritualmente”.
A diferencia del resto de los peregrinos, Juan Manuel calza botas, ya que forma parte de su penitencia, aunque el dolor de los pies que sufrirá no se compara con el que durante años cargó en su interior y que por fin se ha alejado de él a partir de que emprendió su peregrinaje, asegura.
A la virgen de Guadalupe le agradecerá por el apoyo que su madre y hermanas le han brindado en periodos difíciles, y pedirá por reencontrarse con sus hijos. “Doy gracias a Dios por mi familia que me sigue apoyando y por la gente que ha puesto en mi camino”.