Para sostener a sus cuatro hijos y su esposa, El Dragón se ha empleado —desde hace 12 años— como tragafuegos en el crucero que forma avenida Universidad y Tecnológico, así como en las distintas arterias de la colonia Cerrito Colorado.
“Yo comencé por la necesidad, por no encontrar un trabajo, yo no decidí ser malabarista porque de eso ya hay muchos y a la gente le aburre, en cambio los tragafuegos les gustan, les sorprende, además sienten el peligro de que me pueda quemar la cara; sí me he quemado pero no de gravedad”, explicó.
Los estragos de laborar con diesel ya se notan en su boca, principalmente, las encías se le han tornado negras y los dientes entre amarillos y morados debido a los tragos que El Dragón da al combustible.
Por su trabajo obtiene 100 pesos al día, los cuales solamente le alcanza para hacer una comida a él y a su familia, y ni hablar de proporcionar educación a sus cuatro hijos o de atención médica a su esposa, que aparentemente sufre una infección en la piel que casi la ha dejado sin la oreja derecha.
Inconvenientes
El tragafuegos compartió que entre las cosas más desagradables de su trabajo está cuando por accidente toma del diesel con el que realiza su show, “pues luego se me va un poquito, pero mi cuerpo no lo asimila y comienzo a vomitar, sí es difícil, pero uno tienen que trabajar, si no quién le da de comer a mis chiquitos”.
Además de permanecer durante varias horas bajo los rayos del sol, no reunir el dinero suficiente para comprar el combustible para trabajar el día siguiente y comprar la comida del día, “todo puede ser difícil pero nada se compara en ver a tus hijos llorar de hambre y saber que tal vez no haya algo mejor para ellos, que puedan terminar en las calles como su padre”, comentó.
Sin embargo, pese al hambre y a la enfermedad, el show debe continuar y en cada alto es necesario guardar entre su boca una bocanada de diesel suficiente para que en menos de cinco minutos le alcance para escupir fuego en tres ocasiones, para después pasar entre los vehículos y recibir las monedas que la gente está dispuesta a otorgarle.
El Dragón es oriundo del municipio de Amealco de Bonfil, migró a la capital queretana en busca de oportunidades de trabajo, no obstante no las encontró, debido a su falta de estudios y al acoso de los inspectores municipales que en distintas ocasiones le decomisaron la mercancía que en años atrás logró vender en las calles queretanas.
“Yo me vine desde los 15 años para Querétaro porque en Amealco no hay trabajo, allá tampoco hay comida, yo no me puedo regresar porque es lo mismo allá que aquí, no hay trabajo para la gente que no tienen estudio, además yo ya no sé hacer otra cosa que tragar fuego”, externó El Dragón.