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Originarios de San Pedro Ahuacatlán, en San Juan del Río, la familia López se dedica a producir ladrillos. Usan los métodos tradicionales, con lodo y a mano.
César López Chávez y su esposa María llevan tres años trabajando en la producción de ladrillos, cobran dependiendo lo que produzcan, 300 pesos el millar. Sus hijos los ayudan en esa labor los días que no acuden a la escuela o tienen vacaciones. Ésto les permite incrementar la producción hasta lograr mil 500 piezas al día y eso aumenta el ingreso familiar.
El hijo mayor es un adolescente y estudia en el Conalep que se encuentra a cien metros de la ladrillera, César lo anima a que estudie para superarse.
A César le satisface su empleo pues le permite interactuar con su familia, llevar ingresos más altos a casa y lo más importante, enseñarles el valor del trabajo y la escuela a sus hijos. No se preocupa mucho sobre el humo que despiden los hornos, puesto que su patrón se preocupa de quemar únicamente leña y madera.