Desde 1950 el señor Antonio Ramírez empezó a elaborar las famosas nieves de La Cañada, junto con el apoyo de su esposa, Juanita Salinas iniciaron con la venta de cuatro sabores: el tradicional mantecado, la nieve de limón, fresa y mamey, todas a base de frutas naturales.

Tiempo después esta actividad se convirtió en un negocio familiar de donde sacaron el dinero que les permitió sacar adelante a sus catorce hijos. La señora Flavia Ramírez Salinas, una de las hijas de este matrimonio, continuó con la tradición de elaborar las nieves artesanales.

“Las nieves, se empezaron a elaborar en 1950, como una tradición mi papá la elaboraba y salía a venderla con la tina en el hombro, era una tina pequeña, de una capacidad de no más de 15 litros y salía a recorrer lo que era la avenida principal (Emiliano Zapata), que era la única que había en ese tiempo aquí y a partir de ahí nada más eran 4 sabores.

Él hacía lo que era la nieve de limón, el tradicional mantecado, fresa y mamey”, platicó la señora Flavia.

Explicó que se elaboraban muy temprano y requería de ir a conseguir el hielo y la sal, así como tener listas tinas, los botes y las palas, que son las herramientas principales para a elaboración.

“Elaborarlo desde temprano era una manera de ir por el hielo a Querétaro y se empieza a base de hielo y sal, son las dos herramientas que se necesitan para cargar la tina, se viertes el líquido y se empieza a mover a mover”.

Dijo que el sabor tradicional de sus nieves y el que es el predilecto de los clientes es el mantecado, el cual esta hecho a base de leche y fruto natural; por supuesto base importante es la fuerza humana, porque hay que mover y para darle el termino para que la gente lo puede degustar.

Otro sabor favorito es el limón e incluso, para doña Flavia, medicinal porque esta hecho a base de sumo de limón, ralladura y agua purificada. “Mis papás empezaban a las 5 de la mañana y terminaban a las 9 o 10 para salir después a venderla, mi papá se empezó a extender y la gente le empezó a hacer peticiones a que el hiciera mas sabores, como el tenia la patente de la fórmula pues ya nada más es de agregarle el sabor de otro tipo de frutas, para poder hacer más sabores, ahí mi papá empezó a crecer y siempre fue ambulante, empezó a salir a Hércules y a Querétaro y es como se empezó a dar a conocer”.

Flavia Ramírez explicó que su familia es muy numerosa, porque sus papás tuvieron a 14 hijos, aunque no todos se dedican a producción de las nieves, sólo 7 se dedican a esta actividad, que se ha convertido en una tradición y en una fuente de ingresos para su familia. “Los que iniciaron esto, ya no viven ya nada más los hijos, los nietos, y aquí estamos siguiendo y tratando de mantener la calidad sobre todo.

En mi caso en esta área, se podría decir que yo soy papá y mamá, porque me ha ayudado a sacar a mis hijos adelante; sobre todo para forjarme en el trabajo y seguir ofreciendo el producto.

Esta herencia que mis padres nos dejaron, es la forma en la que yo llevo a cabo mi desarrollo personal y familiar, mis hijos me siguen apoyando en la elaboración y a la distribución”.

José Eduardo Balderas Ramírez es hijo de doña Flavia y tiene 32 años, él desde pequeño, cuando tenía 4 años de edad, veía cuando hacían la nieve y que iban todos los jóvenes que trabajaban con sus padres para elaborar la nieve. Un día su papá le cargo una tinita, como de juguete y desde ahí le gusto, porque para el también este postre es una manera de hacer convivir a las personas.

“Me gusta mucha la convivencia y la nieve es un postre que hace feliz a los niños, a las personas, eso me gusta y me gusta el mercado, me gusta que nos ha dado lo que somos ahora, la capacidad de estudiar y sobre todo de satisfacer a los clientes”.

Él es el que ha seguido el negocio de su mamá, con bases sólidas ha buscado la manera de poder hacer crecer su mercado, por ahora sólo es el municipio de Querétaro y principalmente El Marqués; José Eduardo explicó como era su día y ahora la transición que ha tenido.

“Cuando iba en la prepa me acuerdo que me paraba sábados y domingos desde las 5 de la mañana, a veces desde las 4 y como a las 10 iba a dejar a los puestos, a medio día me echaba un sueño y a la 1:30 me paraba a hacer nieve para el otro día y terminaba como a las 7, iba a recoger los puestos, había que preparar la nieve del otro día y al otro día igual”.

Ahora ha cambiado el ritmo de trabajo por que puede iniciar un par de horas más tarde, ya que la producción ha bajado porque ya hay mucha competencia, aunque dijo que el mercado se ha ampliado, pero ellos siguen trabajando con mucha calidad.

Doña Flavia dijo que cuando era pequeña no le gustaba porque era muy pesado ya que tenían que ir a buscar el hielo, picar el bloque, ponerlo en la tina, la sal, verter la mezcla y nevar la mezcla, hasta que quedará en la consistencia que se requiere para degustarla.

Ahora le gusta mucho lo que hace, es un trabajo pesado y desgastante de manera física, pero le gusta mucho ser parte de mantener esta tradición que dejaron sus padres.

“Es pesado el trabajo, claro que ya con el tiempo vas agarrando más maña ya lo haces de una manera más normal, pero dentro de todo es la satisfacción que queda y la gente de El Marqués nos reconoce no solo como seres humano, sino como personas de trabajo”.

Ellos elaboran su trabajo con mucha higiene y sobre todo dando un buen servicio, siempre cuidando los detalles para mantener el prestigio que han hecho a lo largo del tiempo.

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