El Instituto para la Atención Integral del Niño Quemado (IAINQ), organización que se creó en 1985 y que opera como sociedad civil, informó en un boletín de prensa que, tras el cierre definitivo en 2012 del Hospital del Niño Quemado por falta de recursos y sufrir dos saqueos en septiembre de 2015 y febrero de 2016, realizó una donación de su mobiliario y equipos al Hospital de Jesús en la Ciudad de México.
El documento refiere que en diversos ámbitos del estado de Querétaro, “tratamos de continuar con la causa de los niños quemados, la cual surgió desde 1983, respecto de una problemática de salud, que si bien afortunadamente no es ni muy numerosa ni se encuadra en problemática aguda de mortalidad, si estaba entonces ignorada por las autoridades de salud”.
El instituto surgió con la prevención de accidentes, luego con la investigación epidemiológica, la enseñanza y finalmente, —continúa el documento— “sin contar con alguna herencia o padrino, se logró la construcción de un inmueble de más de 5 mil metros asentados en un terreno de poco más de media hectárea, que hoy por hoy ha cerrado definitivamente sus puertas, haciendo una importante donación de todos sus activos muebles al hospital de Jesús en la Ciudad de México”.
La responsable de la publicación, Margarita Martínez, citó a Lilia Cisneros, fundadora del IAINQ, quien reconoció que a lo largo de su actuación, “el proyecto sufrió acoso y violencia de género, salvo honrosas excepciones. Se le gravó con cuotas altísima de energía eléctrica sin considerar que fueron sus integrantes, quienes iniciaron la urbanización de la zona [a costa del IAINQ, se construyó la calle y se trajo la electricidad desde la carretera], se generaron empleos, se trajeron al estado a científicos extranjeros de primera calidad y, lo que es más importante, devolvieron la salud a miles de niños de toda la República Mexicana”.
Cisneros aceptó que le duele lo ocurrido “porque es una muestra de lo más triste que el pueblo soporta, al carecer de una visión ordenada y con fines no sólo de altruismo sino de civilidad y compromiso agregado, pero el problema es de todos, igual de funcionarios como de ciudadanos que se aprovechan y abusan de la confianza de quien da una oportunidad, como ocurrió con las instalaciones en este último año”.
Desde su cierre definitivo en 2012, mientras se encontraba un comprador del inmueble, los patios del hospital se rentaron a una empresa que abrió en el lugar un estacionamiento público, aunque después dejó de funcionar.
El Hospital del Niño Quemado fue construido hace más de 20 años con donativos públicos y privados, siendo uno de sus principales benefactores el ex candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, quien en 1993, como titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), aplicó 10 millones de pesos para la realización de esta obra.
Cisneros Luján detalló en anteriores declaraciones que el hospital se asentó en un terreno de 7 mil 200 metros cuadrados, que tenía la capacidad para atender por año 2 mil consultas y a 580 menores hospitalizados, en condiciones de extrema pobreza y que presentaban algún tipo de quemadura.
Dijo que de 1997 a 2015, periodo en que pasaron tres gobiernos estatales —dos del PAN y uno del PRI—, nunca recibieron apoyo presupuestal y sobrevivieron por medio de donativos que recabaron de instituciones públicas y empresas privadas.
La falta de recursos económicos llevó a que el Hospital del Niño Quemado cerrara sus operaciones en 2012 y se decidió poner en venta el inmueble, que tiene un valor comercial de aproximadamente 156 millones de pesos.
La presidenta del IANQ detalló que el recinto, que se integran por un edificio de dos plantas —actualmente cerrado— que cuenta con helipuerto, dos quirófanos, un área de cuidados intensivos con 80 camas, salas con tinas especiales y climatizadas para la adecuada recuperación de los menores hospitalizados, fue víctima de vandalismo y de deterioro.
Tras haber dejado de prestar servicios médicos, refirió que el inmueble que se ubica en la calle Julio María Cervantes número 105, en la Colonia Colinas del Cimatario, sufrió constantemente los estragos del vandalismo y la delincuencia, debido a que cada semana se metían a robar computadoras, teléfonos, equipo hospitalario, además de dañar las instalaciones.