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En la actualidad, la depresión es reconocida como una de las problemáticas de salud pública de hoy en día, ya que los índices se incrementan a diario, por lo que el porcentaje de pacientes de la consulta psicológica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Querétaro, asciende al 18%, mientras que los trastornos de ansiedad se ubican en un 15%.
El psicólogo Juan Carlos García Ramos, adscrito al Hospital General Regional (HGR) número 1, señaló que la depresión es considerada un trastorno psíquico y una enfermedad mental recurrente, que se manifiesta con una alteración del estado de ánimo —como la tristeza —y es acompañada de otros síntomas como: ansiedad, inhibición, sensación de vacío, desinterés general, alteraciones del apetito y del sueño, disminución de la comunicación interpersonal, falta de contacto social, marcha lenta, sentimientos de culpa y de incapacidad, quejas somáticas, ideas de muerte e incluso el suicidio.
De tal manera, “las personas con depresión experimentan algún grado de reducción en sus actividades laborales, sociales y familiares, presentan problemáticas colaterales como enfermedades psicosomáticas, alcoholismo o abuso de sustancias tóxicas, además, incurren en bajo rendimiento laboral o escolar, ideas destructivas o accidentes que se tornan como riesgo suicida”, indicó el psicólogo García Ramos.
La intensidad y la cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones temporales de los conflictos, entre otros), pero quedan las estructuras psicológicas que a manera de factores de riesgo, se expresarán como predisposiciones personales relacionadas con experimentar estados de ansiedad o depresión frecuentes. Este rasgo de personalidad constituye un indicador que ayudará a predecir la forma en que reaccionará una persona ante determinadas situaciones.
Aproximadamente el 5% de la población sufre alguna vez en su vida un episodio depresivo y es considerado uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes en la atención hospitalaria, ubicando al sexo femenino como el mayor demandante.
La depresión infantil y juvenil está enmascarada por dolencias somáticas o por mal comportamiento. Sin embargo, dos décadas de investigación, demuestran que los niños y los adolescentes en situaciones de estrés muestran los mismos síntomas que las personas adultas, y que los criterios para diagnosticar la depresión se aplican en los tres grupos.
Los avances terapéuticos en el tratamiento de la depresión han permitido avances significantes para beneficio de la población, por lo que la prevención y el tratamiento están en buena medida en manos detectoras: profesores, médicos familiares, asistentes sociales y personal del voluntariado, sin desatender la atención oportuna de la familia y amigos, agregó el psicólogo García Ramos.