El jardín Guerrero se convirtió en punto de reunión para el personal de los edificios de gobierno ubicados cercanos al mismo en el primer cuadro de la ciudad. Los integrantes de las brigadas de protección civil de cada instancia de gobierno coordinaban a los empleados que les correspondían, y les avisaban que no podrían regresar, de momento, a los edificios hasta confirmar que no habían sufrido daños por el sismo que se sintió en la capital queretana pasadas la 13:00 horas.
Cientos de trabajadores de la delegación Centro Histórico, de las oficinas del Sistema de Administración Tributaria (SAT), y otras dependencias gubernamentales asentadas en el primer cuadro capitalino, esperaban en el jardín la indicaciones de las brigadas internas de Protección Civil.
“No es un evento, es una contingencia”, dijo una mujer a un fotógrafo que hacía su trabajo en el lugar, mientras otra alcanzaba a proferir un insulto que no alcanzó a ser escuchado. Entretanto, otro empleado del municipio le decía a su compañero que sólo sintió como si se mareara y vio el monitor de su computadora moverse.
El tránsito por la zona se hizo lento, pero poco a poco todo volvía a la normalidad. Las famosos gorditas que se venden en un local cercano despachaba con tranquilidad, igual que una tienda.
Lo inusual que se apreciaba era el movimiento de unidades de la Policía Municipal, que se desplegaban por la zona.
En el jardín Guerrero un grupo de policías en bicicleta se concentró para brindar seguridad y resguardar el ex Palacio Municipal, mientras personal de Protección Civil revisaba que la estructura no hubiera sido afectada por el movimiento telúrico, ocurrido justo a 32 años del sismo de 1985 en la Ciudad de México.
Los guardianes del orden comentaron que el reporte, al menos en esa zona, era sin novedad, pues la gente estaba tranquila y no se presentaron casos de crisis nerviosas o ciudadanos que requirieran de ayuda. “El edificio del municipio lo están revisando porque es una construcción antigua”, alcanzó a decir uno de los oficiales.
Calles con Juárez, Corregidora, 16 de septiembre y Guerrero lucieron tranquilas en los minutos que siguieron al sismo, aunque se reportaron caídas de materiales de muros en algunos estacionamientos del primer cuadro de la capital, afectando a los automóviles que ahí estaban estacionados.
Los minutos pasaban, hasta convertirse en una hora, y los empleados municipales y federales continuaban en el jardín Guerrero, que poco a poco se llenó también de estudiantes que salían de clases, de madres con sus hijos que partían de un jardín de niños cercano y de personas que suelen tomarse un respiro de sus actividades.
Algunos, ya menos estresados y con la noticia de que no volverían en poco tiempo a sus oficinas por las revisiones que se hacían a las estructuras, comenzaban a organizarse para ir a comer a algún lugar cercano. “Vayan a ese lugar, además de comida hay cerveza”, dijo un hombre a dos de sus compañeros; uno de ellos respondió que “no estaría mal, para el susto”.