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La familia Sánchez Reyes, después de más de 30 años, continúa comprando artículos navideños en los diferentes mercados de la ciudad principalmente en La Cruz y el Escobedo, donde se pueden conseguir artículos tradicionales para nacimientos y árboles de navidad.
Cada año acuden a estos diferentes lugares para adquirir piezas para nacimiento que por alguna razón sufrieron algún daño, una fractura o despostillamiento debido por los juegos de los niños que ocasionalmente llegan a casa, las esferas del árbol de navidad también son cambiadas cada año pues las piezas terminan en pedazos.
“En lo particular no me gustan las piezas rotas, las que no se ven completas o que les falta un pedazo, esas se van a la basura y pues voy a los mercados, en esta ocasión fui a la Alameda a comprar algunas piezas porque ahí me gustaron más que las que tienen en el Escobedo, a veces voy a la Cruz, pero esta vez el tianguis me ayudo porque me quedó de paso” explicó Myriam Reyes, quien desde hace años usa su cochera para colocar esta representación del nacimiento de Jesús.
Con un aproximado de 600 piezas, de las cuales la más antigua es el niño que no se colocará en el nacimiento hasta el día 24 por la noche, que lleva en la familia por más de tres generaciones, esta figura originalmente adquirida en Bernal es la que se guarda aparte y con varias capas de aislante para evitar algún daño.
“Si bien mis hijas tienen la costumbre de colocar el árbol de navidad, el nacimiento es una tradición que les inculco a ellas, porque ya son pocas las familias que colocan este tipo de nacimientos, a mí me gusta ponerle una fuente con agua, un foco rojo en lo que es el infierno y algodón para representar las nubes” explicó la joven de 34 años de edad.
La que inició con la tradición del nacimiento en la familia Sánchez Reyes, fue la abuela Guadalupe Cabrera, originaria de Bernal, quien comenzó este nacimiento con tan solo cinco piezas, el niño, José y María, el buey y la mula, cuando ella contaba con tan solo ocho años de edad en 1935.
Su hija, Juana Sánchez, continuó la tradición y amplió este nacimiento y decidió cambiar las piezas dañadas cada año y le inculcó la misma tradición a su hija y nietas, cada año invierten 300 pesos en promedio en piezas que se llegan a dañar, pero cada vez es más difícil conseguir estas piezas porque su producción es menor cada año.
“Nosotros vamos a seguir poniendo el nacimiento, mis hijas se emocionan haciéndolo, y a mi me gusta como se ve la casa con el nacimiento colocado, si mis hijas ya no quieren seguir cuando les toque, ya será su decisión”, afirmó Myriam Reyes.