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Los habitantes de Villa Progreso afirman que de cada 10 personas, ocho saben trabajar el ixtle de henequén, como Sebastián vega Tejeda, cuyos padres, abuelos y bisabuelos se dedicaron, por décadas, hacer lazos y costales con esta fibra natural.
Esta artesanía también la sabe trabajar Lorenza Cruz Palma, quien a diferencia de Sebastián, ella se dedicaba a tallar el maguey para elaborar pulque y aguamiel, pero como no obtenía suficientes recursos económicos y cambio de oficio para dedicarse a tejer ixtle.
Sebastián tiene 68 años de edad y Lorenza 67. Ella vive en la comunidad de Guanajuatito y él en Villa Progreso, localidad ubicada a 12 kilómetros de la ciudad de Ezequiel Montes, en la zona del semidesierto.
Antes llamada San Miguel de las Tetillas, la localidad de Villa Progreso es sede, por séptimo año consecutivo, de la Feria del Ixtle y el Nopal. El festejo, que dura tres días, fue creado para evitar que se extingan las tradiciones como la de tejer el ixtle o la de preparar alimentos con base en el nopal.
El segundo día de actividades de la feria se realizó un concurso de tejedores de lazos de ixtle así como de platillos de nopal. Esta ocasión la música corrió a cargo del trío “Hermanos González”, cuya cantante es Maricela González González, una adolescente ñaño, que interpreta todas las melodías en su lengua materna.
Estudia en el Colegio de Bachilleres de Zimapán, Hidalgo y asegura que en su casa solamente se habla el ñaño, con la intención de que no se pierda el uso de este idioma.
La lucha de esta comunidad por preservar sus tradiciones, es constante ya la modernidad es su principal enemigo: el uso del plástico para elaborar lazos para los tendederos y otros implementos que se hacían con fibra natural.
La venta de lazos bajó y la economía del pueblo se vino a pique, así que los muchachos en edad productiva emigraron a Estados Unidos.
“Hubo un tiempo que hacíamos reatas, lazos, ayates y todo eso, pero se metió el plástico y nos dio el golpe”, recuerda Sebastián Vega. Él vendía sus productos en los vecinos estados de Michoacán y Guanajuato.
Hoy solamente los elabora para participar en el concurso y para sacar algo y poder comer; “para ir la pasando… para sobrevivir”, dice.