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Las tradiciones antiguas de la artesanía mexicana siguen vigentes a través de las nuevas generaciones. Un ejemplo es el uso del telar, pieza que sigue deleitando con creaciones magníficas y cuya maestría pervive en Ramón Valdez, un artesano que, luego de cuatro generaciones transmite este conocimiento ancestral a sus hijos.
“Me enseñó mi papá a los 10 años a usar el telar, mi familia proviene de los Zapotecas, y hablamos también la lengua Zapoteca, se ha transmitido de generación en generación, igual que el telar, ya es parte de mi familia desde hace cuatro generaciones”, compartió el productor oaxaqueño.
Ramón dijo que existen diferentes tipos de telares que se le dan un uso diferente a la pieza, ello según el trazo que se quiera lograr como manteles, caminos, colchas, entre otros productos que desarrolla. Además, indicó que los telares han cambiado desde que él empezó a usarlos, con aditamentos que aligeran el tiempo de elaboración, incluso existen algunos con motor eléctrico.
“El telar más práctico es el de cintas con lanzadera, en éste hay que hacer los diseños armando nudo con nudo para dibujar con la tela, y vas contando cada hilo para que metas los colores que quieres, por ejemplo, el que tengo aquí es un telar de pedal exclusivamente para los tapetes, tenemos telares exclusivos para las colchas, con motor eléctrico con los que se fabrican caminos un poco más detallados”, explicó.
Algo que hace especial el trabajo realizado por Ramón y su familia, es que todo es fabricado por ellos, desde la lana ya esquilada hasta la pintura que se usa para teñir la lana, para esto se utilizan vegetales o plantas que hacen de esto todo un arte.
“Lo que nosotros vendemos es 100% lana teñida con colores vegetales, por ejemplo el rojo nosotros lo sacamos de la cochinilla, es un insecto que vive dentro del nopal, se quita la cochinilla, se pone a secar al sol y después se muele, luego se mete en agua hirviendo y cuando está mezclada se mete la lana en el agua y se tiñe”, precisó.
Durante el proceso se usan cerca de 10 tipos de plantas para lograr una rica gama de colores, entre los que se encuentran la cascara de nuez, la flor de cempasúchil, el betabel, una planta que se le dice paloma y musgo, con el que se logra obtener el color amarillo fuerte, además de la ya mencionada cochinilla.
Ramón Valdez está orgulloso de sus raíces y de poder lograr este tipo de arte y además de poder vivir de ello. “Yo tengo toda mi vida dedicándome a esto desde los 10 años, es una tradición que se va pasando de generación a generación, mi papá me lo enseñó a mí, y yo haré lo mismo, esto me ha dejado muchas satisfacciones”.
Compartió que la gente ya no valora este tipo de trabajos, ya que podrían parecer elevados, puso de ejemplo un mantel rojo que estaba tejiendo en el telar que mide 60 centímetros de ancho por un metro veinte de largo, con un costo de 700 pesos, y culpó a la economía nacional, pues la gente no puede gastar más en artesanías catalogándolas como un lujo.
“La gente ya casi no lo valora mucho, en primera porque se les hace caro el trabajo, hay otros que venden cosas parecidas pero no están hechas a mano”, lamentó.