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Después de pasar por una infancia complicada, Luz María y Rocío ven con optimismo su futuro, y aunque saben que no todo en la vida es “miel sobre hojuelas”, están seguras que haber encontrado un refugio en Hogares Providencia, cambió su destino.
Luz María y Rocío llegaron a Hogares Providencia a los siete y a los 11 años, respectivamente. Actualmente ya son mayores de edad, podrían hacer sus vidas de manera independiente, pero decidieron quedarse en la institución un tiempo más.
Luz llegó por conflictos familiares, pues su padre tenía un problema con su manera de beber y su madre no podía cuidarla ni a sus hermanos porque estaba enferma.
Con voz suave, casi un susurro, Luz, de piel blanca, y ojos claros, explica que cuando era niña no pudo ver a su familia, lo que no sucede actualmente, pues ya tiene contacto con ellos.
“Los he ido a ver, ya están mejor”.
En Hogares Providencia encontró apoyo desde niña tanto para estudios, como emocionalmente y en todos los aspectos personales. Está por terminar la prepa y le gustaría estudiar diseño de modas, por lo que su futuro lo vislumbra promisorio, dejando atrás las duras experiencias de la niñez.
“[Dentro de 10 años] me veo con una familia, y como una buena diseñadora de modas, echándole ganas y más que nada, bien”. Luz esboza una sonrisa y con voz firme asegura que en el futuro le gustaría ayudar a niños que experimentan situaciones de violencia u omisión de cuidados.
“Me gustaría ayudar lo más que pueda a niños que no tienen familia, que no tienen recursos para salir adelante, como a mi me ayudaron”.
Rocío, de tez morena, esbelta y con ojos vivaces, llegó a Hogares Providencia por omisión de cuidados.
“En mi caso tuve a mi mamá, que fue mamá y papá a la vez, y pues como tenía suficiente tiempo para cuidarnos. Además de que la culparon de algo que no hizo, y ahorita sigue pagando su pena [en prisión] no tenía quien viera por mí y por mis hermanos, y pues la única opción fue mandarnos a casas hogares”, apunta.
La ventaja de esta casa hogar, asegura, es que le permitió estar al lado de sus hermanos menores, para verlos crecer. Agrega que son ocho en total, pero en Hogares Providencia estuvieron cinco. “Afortunadamente mi hermano mayor está estudiando la universidad en Guadalajara, becado, dos de ellos estudian la preparatoria y mi hermana menor estudia actualmente la primaria”, dice orgullosa.
Rocío está por finalizar su TSU en Higiene Dental, pero primero debe de concluir con su servicio social, y luego le gustaría trabajar en alguna centro de salud, o en el CRIQ.
“Soy la primera que va a terminar una carrera universitaria y es un orgullo para mi que hayan permitido continuar con ellos”. En el futuro se ve con su propia clínica, con su familia y también ayudando a los menores que en situaciones vulnerables.
La directora de Hogares Providencia, Araceli Herrera Barrón, afirma que aunque se apoya a los menores hasta los 18 años, se debe dar seguimiento y apoyo a los jóvenes después de la mayoría de edad, para evitar que recaigan en las problemáticas que las llevaron a esa institución.
Hogares Providencia tiene 32 años de haberse constituido en Querétaro, y hoy cuenta con tres casas para pequeños de seis a 18 años de edad.
Explica que por ley el Sistema DIF los puede obligar a quedarse en una casa hogar, aunque hay muchos que por voluntad se quedan. De hecho en este momento cuentan con un varón y dos mujeres que a pesar de haber cumplido la mayoría de edad permanecen en la institución.
“Siguen estudiando y siguen con nosotros. Ya tienen 18 y 20 años. Todos los niños nos los manda el DIF. Son niños que fueron maltratados, abusados o sufrieron omisión de cuidados. Todos tienen familia, no es que sean huérfanos”, apunta.
Herrera Barrón apunta que la patria potestad de los menores en Hogares Providencia es del DIF, por lo que hasta la mayoría de edad deben de seguir las indicaciones de la dependencia.
Tienen 39 menores a resguardo, aunque por estos meses es cuando reciben más, esperan a seis más.