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En temporada de lluvias las coladeras colapsan y las aguas negras brotan por las mismas, restos de cascajo y autos abandonados, son lo que viven todos los días los habitantes de La Pradera, fraccionamiento ubicado en el municipio de El Marqués.
Las fachadas de las casas fueron modificadas por la mayoría de los dueños, pues decidieron instalar negocios, aunque el perfil del fraccionamiento es habitacional. Muchos decidieron rentar sus viviendas a personas que buscan abrir tiendas, refaccionarios, estéticas, o cualquier giro comercial que sea rentable, a pesar de existir zonas establecidas para el comercio.
En este ambiente vive Catalina Lara con sus cuatro hijos y su esposo, trabajador de la construcción. La familia es oriunda de Teziutlán, Puebla, vive en La Pradera desde hace medio año, y recolecta botellas de PET “nomás para hacer ejercicio”.
Dice que su esposo, que es albañil, viene por temporadas a Querétaro a trabajar. Señala que lo contratan por los anuncios que pone en la zona, “coloca su número de teléfono y ahí lo llaman”.
Sus hijos, Erika, Juan y Guadalupe, de 10, 7 y 15 años de edad, respectivamente, además de un bebé de año, comparten con sus padres la vivienda de interés social en La Pradera.
Señala que se quedarán el tiempo que dure el trabajo de su marido, que no tiene un contrato fijo en la obra y cuando se termine buscarán regresar a su lugar de origen, a menos que salga otro empleo.
Catalina y sus hijos caminan las calles de La Pradera buscando en los tambos que habilitaron los vecinos de las calles cerradas para depositar su basura, donde buscan botellas de PET, que luego venderán en algún depósito para su reciclado. Caminan las calles cuyas banquetas son invadidas por anuncios de los negocios que ofertan pollos a la leña, cortes de cabello a 60 pesos, o mariscos estilo Sinaloa.
“Tierra adentro” en La Pradera las banquetas lucen hierba crecida, heces de perros y material de desecho de construcciones que obstruyen el paso de los peatones. Algunos espacios baldíos sirven de tiraderos de basura. Se aprecian sillones viejos y otros productos de desecho.
El fraccionamiento no ha sido entregado al municipio por el desarrollador, aunque ocasionalmente brindan mantenimiento a las zonas verdes públicas, que en esta temporada de lluvias suelen verse rebozantes de maleza.
Asimismo, en los patios de las viviendas, a veces sin muros externos, se pueden apreciar perros que “vigilan” las casas, pues además La Pradera presenta problemas de inseguridad, que de acuerdo con las misma autoridades, han sido contenidos.
Sin embargo, por las noches un grupo de vigilantes privados, que piden 20 pesos semanales a los residentes, vigilan las calles, para persuadir a los “amantes de lo ajeno” de hacer de las suyas en las viviendas, que la mayor parte del día están solas, pues sus moradores salen a trabajar.
Del mismo modo, baches y hundimientos comenzaron a aparecer en algunas de las avenidas del fraccionamiento, incluso algunas de las grietas alcanzan varios cientos de metros, y en el bulevar Bisonte y avenida Ciervo, una de las de acceso a la zona, presenta un hundimiento que causa encharcamientos con las “lluvias atípicas”.
En la pasada temporada de lluvias, causada en buena medida por la basura que los residentes tiran en la calle, el drenaje fue incapaz de desalojar el agua y granizo que se registró una tarde-noche y que necesitó de la presencia de personal de Protección Civil municipal y de la policía para desviar el tránsito.