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La peregrinación de este año de Querétaro a la Basílica de Guadalupe —la número 126 de los hombres y 57 de las mujeres oficialmente— ha cobrado la vida de siete peregrinos hasta el momento, a un par de días de concluir el kilométrico recorrido a pie.
Seis de esos peregrinos fallecidos fueron víctimas de un desafortunado accidente automovilístico de madrugada que dejó además 13 heridos; una peregrina septuagenaria más falleció el mediodía del pasado miércoles antes de una misa masiva para las miles de romeras en Jilotepec, Estado de México, a causa de un infarto, algo que en las ediciones anteriores del antecedente inmediato no se había presentado.
Sin embargo, la participación de los guadalupanos no está condicionada por la iglesia, ya que en este caso la Diócesis de Querétaro no puede impedir que participe alguno de los interesados en realizar el trayecto de la tradicional caminata. La opinión médica tampoco es tomada en cuenta en algunos casos, ya que la cuestión de fe de los peregrinos supera cualquier medida de prevención y en todos los casos, participar en la masiva peregrinación es bajo el riesgo de cada persona que la experimente.
El presidente de la Comisión Diocesana de Pastoral para la Comunicación, el padre Gustavo Licón Suárez, descartó que en las próximas ediciones de esta procesión espiritual para visitar a la Virgen de Guadalupe se solicite un certificado médico a los caminantes.
“Eso se ha dejado también a la consideración de cada uno de los peregrinos, se les da una serie de requisitos a todos los participantes por decanato, se le entrega al jefe de grupo y hay un presidente de decanato al que se le informa de todo aquello que deben de tomar en cuenta para llegar a la determinación de emprender este peregrinar hacia la Basílica de Guadalupe, entre las principales recomendaciones se encuentra no estar embarazada o padecer enfermedades del corazón”, comentó.
Cuando es así, recordó que hay diversas formas de hacer un sacrificio como ofrenda para ser parte de la peregrinación, que no es precisamente caminar junto a todo el contingente guadalupano.
“Ahí se les pide que su sacrificio lo haga de otra forma, tal vez orando por los peregrinos en su casa, otros vienen sin caminar pero trae tortas para repartir entre sus hermanos, es otra forma de participar, pero exponerse de esa manera es responsabilidad también del que emprende el peregrinaje, el que lo hace, es bajo su propio riesgo”, añadió.
De igual forma, el obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, coincidió sobre la idea de que cada peregrino que participe en la travesía debe cuidar su estado de salud.
“Creo que esto es con toda libertad, no se puede pedir forzosamente un documento (certificado médico), sino que ellos lo tienen que decidir de manera conjunta”, consideró, al tiempo de revelar que el martes de la próxima semana asistirá al novenario de los seis peregrinos de San Rafael que fueron atropellados por un automóvil sobre la carretera estatal 510, el pasado domingo.
La fe sobrepasa la prevención. Siempre los eventos masivos conllevan riesgos, pero cuando se trata de un asunto de fe, la prevención a veces queda de lado.
Fausto Molina Matute, médico del Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) con más de 10 años de experiencia, aseguró que en años anteriores “han habido eventualidades, personas que presentan conatos de infarto, eventos vasculares cerebrales pero para eso van médicos y paramédicos acompañándolos; sin embargo, la cuestión es personal de cada peregrino, que sepa los riesgos a los que se expone y reducirlos al mínimo, personalmente creo que es importante que se hagan revisar si están en condiciones de realizar una caminata tan larga (son 446 kilómetros desde los que vienen de Neblinas, en Landa de Matamoros, y 210 kilómetros desde los que salen de Querétaro) y no sólo las personas de la tercera edad, pues hay personas que superan los 30 años y ya presentan condiciones de riesgo”, resaltó.
“Es una caminata muy larga y si no están en condiciones de completar el recorrido se incrementa el riesgo de sufrir algún padecimiento. Los riesgos van desde los más básicos, ampollas, una torcedura, una fractura, desgarros, tirones, problemas musculares, desde ese nivel va subiendo hasta cuestiones más graves. Si llegan con problemas como la hipertensión, la diabetes, que tengan síndrome metabólico y los demás factores de riesgo además de la edad hacen que todas esas personas incrementen el riesgo”, agregó el doctor Molina Matute, quien reconoce que a veces la opinión médica no es tomada en cuenta por la devoción de los peregrinos que quieren hacer a cómo dé lugar la caminata.
“Nosotros somos un poder terrenal y ante el poder divino sabemos que no podemos hacer mucho, simplemente lo importante es que la gente esté consciente de su estado de salud antes de iniciar, que se hagan chequeos médicos y si padecen alguna enfermedad que se traten correctamente, incluso durante el trayecto”, finalizó.