Más Información
Siguiendo la tradición de varias generaciones, la familia Salazar Martínez se dedica a la fabricación de dulces de fruta seca, los cuales también son conocidos como frutas cristalizadas desde hace más de medio siglo. Su labor les ha valido el reconocimiento y admiración de cientos de queretanos que diariamente se acercan a su negocio a degustar la gran variedad de dulces que ofrecen.
En entrevista para EL UNIVERSAL Querétaro, el señor Lucio Salazar Rodríguez dijo que actualmente utiliza técnicas de fabricación que aprendió desde que era un niño al lado de su abuelo, quien comenzó con el legado de este oficio en la ciudad de León, en el estado de Guanajuato.
Don Lucio contó que adicional a este negocio —que ha mantenido durante décadas— también se dedicó a la industria la cual tuvo que dejar tras una jugosa oferta para trabajar en la fabricación de dulces a nivel macro al lado de un ex presidente municipal de Querétaro.
“Dejé mi trabajo en la fábrica porque en los años 90 un presidente municipal vio mi producto en una festejo de Todos Santos y me pidió que trabajara en su taller de dulces con el que vendía producto en Tamaulipas, Cancún, Acapulco y otros estados. Estuve trabajando con él durante los tres años de su administración pero una vez que terminó, también cerró el taller y yo seguí con los míos”.
Dijo que originalmente comercializaba sus productos en otros lugares diferentes a donde actualmente lo hace —en su domicilio de la calle Invierno de la colonia España— pero que comenzó la venta en ese sitio, tras una serie de circunstancias.
Negocio inesperado
“Como aquí cerca hay dos escuelas secundarias, seguido pasaban los chavos y nos pedían que les regaláramos agua de la llave para tomar, pero comenzó a ser muy constante, hasta que ellos mismos nos dieron la idea de que mejor se las vendiéramos pero que las hiciéramos de sabor. Así lo hicimos y comenzamos a vender agua de fruta de temporada y después comencé a vender mis dulces aquí mismo y así ha sido en este lugar desde hace más de 25 años”.
Don Lucio no cree que sean los alumnos de las secundarias que se ubican cerca sus principales clientes, pues dice “ellos principalmente vienen a comprar aguas y botanas, pero son los adultos vecinos, quienes consumen los dulces que forman parte de la cultura mexicana; tradición que asegura, se sigue conservando, “ni se pierde ni se incrementa esta tradición, simplemente se ha conservado”, indicó.
Como muchos otros oficios, mantener el negocio no es una tarea fácil. Se le debe invertir dinero y tiempo, según comentó el señor Salazar Rodríguez, quien se tiene que levantar minutos antes de las seis de la mañana para comenzar con la preparación de los dulces que se comercializarán más o menos en ocho días. Para después venderlos junto con las aguas de sabores y botanas.
Sobreviven al alza de precios
El alza de los precios que en las últimas fechas han registrado algunos productos que sirven como materia prima a la familia Salazar Martínez, ha sido un problema de varios que han tenido que sobre llevar para mantener el negocio. Aunque, aseguraron “no es fácil, porque uno como comerciante no puede subir el precio de los productos por que se deja de vender”.
El arte de los dulces hechos de fruta seca es una tradición que debería persistir a los largo de los años, consideró Don Lucio, quien manifestó alegremente que a pesar de que tres de sus cuatro hijos ya cuentan con licenciaturas en diferentes ramos, desde hace algunos años ya retomaron esta tradición con la que también “ya se han dado a conocer por la calidad de producto que fabrican”.