E n La Llave, San Juan del Río, todos se benefician del robo a vagones de tren. “Por supuesto las bandas dedicadas a este ilícito, pero también maquinistas, empresas de vigilancia y algunos pobladores, por ello de estos hechos nadie da cuenta, no hay detenidos y el negocio perdura”, refiere Román (nombre ficticio), quien hace tiempo estuvo involucrado en este delito.
En charla con EL UNIVERSAL Querétaro, Román asegura que el robo al tren es algo sencillo si se involucra a las personas indicadas, comenzando por los operadores de las máquinas ferroviarias.
“Hasta hace unos años, una cuota de 50 mil a 80 mil pesos, de acuerdo con el tipo de mercancía, era la que los grupos dedicados al robo pagaban a los maquinistas a cambio de que frenaran la marcha del ferrocarril en La Llave”, refiere.
Veinte minutos es el tiempo promedio que el tren permanece parado a espaldas del cuartel militar de la comunidad. En ese lapso, una veintena de personas a bordo de camionetas se acerca a los vagones, y con objetos pesados abren o rompen los contenedores para sustraer la mercancía. Algunos pobladores observan las maniobras, si tienen suerte pueden obtener algo de lo que se queda olvidado en las vías.
Pasado este tiempo, el tren reanuda su marcha. El maquinista, dice Román, recibe su pago kilómetros antes de llegar a La Llave o incluso mientras se comete el hurto, alguno de los involucrados tiene la tarea de hacer ahí mismo la entrega de la “cuota” al operador. “Se le entrega un morral. Todos sabemos lo que hay dentro de él”, asegura.
Por lo general, los robos se cometen a partir de las 7 de la noche y de 6 a 8 de la mañana. Ha habido casos donde un mismo tren ha sido robado hasta dos veces en un día, afirma.
Señala que dos bandas tienen control sobre la zona de La Llave y sólo estos grupos saben con precisión en qué vagones se transporta la mercancía más valiosa. “Alguien está encargado de dirigirse con el maquinista o con personas de mayor rango para que les indiquen con anterioridad el tipo de mercancía que se transporta y el número de vagón en que se encuentra. Son más de 100 furgones los que arrastra la máquina, así que se tiene que saber cuál abrir”, dice.
“Hay otros grupos, banditas que también roban el tren pero pican los vagones al azar, no saben dónde va la mercancía buena. Esto nos servía de pantalla, si es que había operativos, se iban contra ellos”, apunta.
La mercancía robada no sale de La Llave al menos en las primeras horas. Casas y pequeñas bodegas han sido adaptadas como almacén, todos saben dónde se ubican pero nadie denuncia, por temor o conveniencia. Por las madrugadas son movilizadas camionetas para sacar los artículos. Cuando el hurto lo amerita, ingresan vehículos de carga. Dos días después de los atracos ya no hay evidencia.
Azúcar, granos, bultos de cemento representan los hurtos de menor valor; electrodomésticos, línea blanca, varilla para construcción y hasta motocicletas, representan las ganancias más jugosas: “Cuando el tren carga electrónicos se paga una cuota de 80 mil pesos, si hay por ejemplo refrigeradores se pagan cerca 50 mil”.
En el tren también se transporta mercancía que no se toca. Las bandas reciben la indicación de no robar ciertos vagones: “Vienen protegidas desde arriba, no sabemos si son producto del lavado de dinero o del crimen, pero eso no lo podíamos tocar. En esos casos, venían camionetas de federales custodiando el tren”.
Cadena de favores. Pedro, habitante de la localidad, menciona que el robo a vagones involucra a más personas; algunos policías “están metidos”, las empresas de vigilancia de las vías también reciben lo suyo para “hacer el favor de no ver nada”.
Aseguró que no es de extrañar que personas ofrezcan pantallas de televisión u otros electrónicos a mitad de precio, lo mismo en alimentos.
Hay mercancías que se dirigen a otros sectores, el de la construcción por ejemplo, que se interesa por las varillas. Negocios en la cabecera también aceptan electrónicos hurtados; solo los que resultan dañados durante el atraco son ofrecidos en la misma comunidad o a conocidos de los grupos dedicados al ilícito.