Poco a poco los marquesinos de La Cañada se dan cita en la plaza San Pedro, que se viste de fiesta para celebrar los 497 años de la fundación de esa localidad.

Bajo la lona que se coloca en uno de los extremos de la plaza, se instalan sillas que poco a poco se van ocupando por los habitantes de La Cañada, quienes responden al llamado para celebrar la fundación de su comunidad, que dicen algunos cronistas, se fundó 10 años antes que la misma ciudad de Querétaro.

Los integrantes del grupo de baile Aires de El Marqués abren la tarde con un baile que es un homenaje a la Huasteca Queretana. Los presentes reconocen el talento y esfuerzo de los jóvenes con aplausos.

Muchos de quienes llegan, a pesar de que aún hay sillas disponibles, prefieren sentarse en las escalinatas de la plaza. Sienten mayor comodidad en el suelo porque está más fresco, pues el sol es intenso.

Convivencia. La tarde invita a salir a caminar por las calles angostas de La Cañada. Muchas familias enteras salen a pasear, aprovechan para tomar un refresco o un helado, que compran en los locales cercanos a la plaza o en los puestos colocados en el mismo sitio.

Hay lugares para elegir, pues sitios tradicionales en La Cañada los hay. Desde la añeja cantina El Puerto de Mazatlán, donde el mismo dueño narra que cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari acudió a inagurar las recién remodeladas instalaciones de la Presidencia Municipal, pasó a ese lugar a tomarse una cerveza.

Algunos de los paseantes, pues no todos son de La Cañada, aprovechan para tomarse fotografías en las grandes letras que forman el nombre del municipio, y que ya se han convertido en una tradición en todas las localidades.

Las campanas del templo de San Pedro llaman a misa mientras suenan las notas musicales de una troba yucateca que interpreta Aires de El Marqués.

Aún están en el escenario cuando se escuchan también los tambores de los grupos de apaches que también forman parte de los festejos de La Cañada. Aunque son originarios de Carrillo, se unen a los festejos.

Sus penachos y vestimenta roban la atención por unos momentos de los presentes en la festividad.

Platillos tradicionales. El olor a los guajolotes, enchiladas y flautas comienza a llenar el aire de la tarde marquesina. El calor comienza a ceder y se hace más cómoda la estancia en la plaza, rodeada de sus muros verdes de piedra y que le deben el nombre.

Mientras el grupo de apaches y soldados de Carrillo ejecutan sus danzas, representación mítica de escaramuzas entre nativos y conquistadores, más personas se acercan. Las danzas siempre llamarán la atención.

Los tambores del grupo de apaches y soldados retumban en la plaza mientras sus integrantes bailan para deleite de los presentes.

También para su disfrute los puestos de antojitos marquesinos están listos.

Elotes y esquites se venden a un lado de otros productos que no son tan tradicionales de La Cañada, como la pizza, pero que también sirve como antojo. Las gelatinas, manualidades y pan, son comprados por los visitantes.

Cautivos en la plaza. Los apaches explican su vestimenta y su tradición. Posterior a ellos, una representación del juego de pelota llama la atención de los espectadores que no se van de la plaza. Al contrario, los asistentes a misa se unen a quienes ya están en la plaza y que disfrutan de una tarde cálida.

Los cohetones no podían faltar y cada cierto tiempo se escucha su estruendo cuando explotan en el aire. El sonido se mezcla con los tambores apaches.

A unos cuantos metros de la plaza San Pedro está otro de los orgullos de los marquesinos: la iglesia chiquita, y en donde de acuerdo a la tradición se bautizó Fernando de Tapia, Conín, antes de recibir ese sacramento católico.

Ese mismo templo, se dice, es el más antiguo del estado.

Asimismo, a unos pasos, la Casa de la Cultura, donde está documentado que el presidente Venustiano Carranza descansaba cuando visitaba Querétaro, que no eran pocas las veces.

Conforme cae la tarde, más familias se acercan a la Plaza San Pedro. Llegan por las distintas calles que desembocan al lugar. Son familias, grupos de amigos, parejas que deciden participar en los festejos de La Cañada y que concluirán este lunes con honores a la bandera, la presentación de un libro y una conferencia, sirviendo como colofón a los festejos por la fundación de la comunidad.

Pero antes, el domingo en la noche la fiesta termina con fuegos artificiales, que se queman a un costado de la parroquia de San Pedro.

Salud por La Cañada. A una cuadra de la plaza un grupo de hombres también celebran, muy a su manera, la fundación de La Cañada. Sentados en la banqueta, alrededor de unas caguamas, brindan en pequeños vasos desechables, que llenan para los recién llegados. El ambiente en este grupos de amigos no es menor al que se vive en la Plaza San Pedro.

Las risas, las bromas y los “salud, por La Cañada”, vienen y van en este grupo de amigos y vecinos de esta cabecera municipal, que quizá sea de los pocos lugares de México donde no hay llegado los minisuper de cadena, y en donde apenas se tiene un cajero automático.

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