Yuliana Maldonado Ortiz viene todos los años desde el municipio de Huauchinango, en la Sierra Norte de Puebla, a vender árboles de Navidad, pues dice que en el estado de Querétaro se venden bien y a buen precio, lo que no ocurre en su entidad, en donde este producto se ofrece a un precio muy bajo.
En el tradicional tianguis navideño que se coloca en La Cruz, Yuliana, mujer de mediana edad, platica que quien inició la costumbre de vender árboles navideños en la demarcación queretana fue su padre, Blas Maldonado, de quien siguió los pasos en el comercio de este producto tradicional.
Entre puestos de nacimientos, heno, coronas navideñas y esferas, el puesto de Yuliana y su padre se ofrecen dos tipos de pinos: los canadienses y los nacionales. “Cultivamos el árbol todo el año, luego de plantarlo y en diciembre sacamos la mercancía. Desde chiquita nos traía mi papá [a Querétaro] como él es comerciante veníamos”, indica.
Explica que los árboles que alegraran estas fechas se siembran en las barrancas de Huauchinango, en la Sierra Norte de Puebla, con un clima templado y húmedo. Este municipio poblano fue afectado en agosto pasado por las lluvias remanentes de la tormenta tropical Earl, que destruyó viviendas y escuelas en territorio poblano.
“Allá es zona montañosa y son terrenos solos y la tierra es muy fértil, la tierra no necesita mucho abono, nada más se siembran, se van a podar y se limpian. Muchos nos prestan terrenos y los plantamos”, abunda.
Dice que para vender seleccionan el tamaño y calidad de los árboles, buscan que estén altos y llenos de follaje, que no se les vean huecos. Los traen en maceta, lo que posibilita que puedan plantarse nuevamente, aumentando la masa verde de la entidad.
Yuliana, con voz amable y entre risas ocasionales, dice que en Puebla se vende muy barato un árbol de Navidad, pues no pasan los 250 pesos.
Al día vende alrededor de 10 árboles, a veces 12, desde el 1 de diciembre hasta el día 23 del mismo mes; durante ese tiempo se quedan en la entidad, por lo que deben buscar un lugar cercano para dormir y comer.
Duermen en un cuarto muy pequeño y en el suelo (añade entre risas). “Lo más rústico que podemos”, asevera.
Apunta que para poder vender debe pagar un permiso, ya que se instalan en un espacio público.
En cuanto a los alimentos que consumen durante su estancia en el estado, menciona que van a cocinas y negocios cercanos al tianguis navideño, pero se sincera, no le gusta del todo la gastronomía queretana, pues es muy diferente a la suya, la de Puebla.
“La verdad no me gusta mucho la gastronomía de Querétaro. Ya estamos muy acostumbrados a la gastronomía de Puebla. Allá comemos un poquito más de verdura que aquí. Aquí es mucha carne y nosotros estamos acostumbrados a la verdura y a la tortilla y aquí comen muy poca tortilla. Es que somos de pueblo”, subraya.
Una mujer llega a preguntar el precio de los árboles. Yuliana le informa y la mujer se marcha, no convencida del precio que deberá de pagar por tener un pino natural en la sala de su casa.
Señala que no es fácil pasar tantos días lejos de su tierra y de su familia; por ello, se mentaliza y piensa que es por trabajo y son sólo 25 días lejos del hogar, donde deja a sus dos hijos, de 12 y 13 años de edad, a cargo de una de sus hermanas, a quien llama por teléfono todos los días.
En tanto, su marido vende en el mercado de Madreselva, en la delegación Xochimilco de la Ciudad de México, para aprovechar la temporada. Allá comercializa árboles canadienses, que compra en la Central de Abastos de la capital del país.
Comenta que otra parte de los árboles que venden los compran a productores de Veracruz, entidad con la cual colindan y en donde también se dedican a la siembra de pinos navideños.
Asevera que durante todo el tiempo que trabaja en Querétaro no tiene un día de descanso, pues es negocio.
Explica que su jornada laboral comienza a las 9:30 horas y termina a las 22:00 horas, sin que tenga tiempo de conocer la ciudad y su primer cuadro; argumenta que ellos vienen a aprovechar el tiempo.
El mercado se mueve, es una romería, con gente que camina de un lado a otro, que se detiene en los puestos, que pregunta por el precio de un nacimiento, por las figuras de los tres Reyes Magos, los pastores, las series navideñas de luces led; pero, sin duda, uno de los protagonistas principales en la celebraciones decembrinas es el árbol de Navidad, que también es parte fundamental de la vida de Yuliana y su familia.
La mujer dice que el 23 de diciembre regresa a Puebla, a casa con sus hijos y su esposo, para llegar a preparar la cena de Navidad y adornar la casa para la ocasión. “No adornamos, no hubo tiempo para decorar y poner un árbol. Vendemos árboles, pero no tenemos árbol en la casa”, añade mientra brota nuevamente la risa.
Menciona que la gran mayoría de la mercancía que traen a Querétaro para vender “sale”, quedándose sólo dos o tres árboles; mientras que de los que vende con su maceta se los pueden llevar para luego volverlos a sembrar. “Gracias a Dios, Querétaro sí consume de este árbol”, acota.
Con los años de experiencia, Yuliana puede decir que las ventas de árboles naturales de Navidad se mantiene, apoyando a la economía de productores poblanos y veracruzanos, quienes basan su economía en los pinos de ornato y otras plantas decorativas.
“Mucha gente de donde soy se dedica a eso. No destruimos a la naturaleza, seguimos produciendo, siguen forestando, siguen sembrando muchas cosas. En el caso de mi pueblo, toda mi comunidad se dedica a las plantas, todos vivimos de la planta”, puntualiza, ya que el clima es benigno para la siembra de todo tipo de cultivos, a pesar de que está en una zona muy alejada y muy “dejada” de Puebla.