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Al menos 12 personas se reúnen todas las noches para protegerse del frío y las inclemencias del tiempo en las inmediaciones del puente de avenida Corregidora norte, en la colonia El Cerrito; algunos de ellos son profesionistas que decidieron alejarse de la sociedad por no estar de acuerdo con los cánones establecidos.
Con recursos muy limitados y sin saber si van a tener para comer al día siguiente, estas personas adictas a los estupefacientes y al alcohol se reúnen para no mantenerse solos, además de compartir la botella de jarana o de aguardiente que por 15 pesos pudieron conseguir en la tiendita más cercana.
Durante el día, Miguel recorre las calles buscando botellas de plástico en los cestos de basura del municipio, al menos 200 son necesarias para completar un par de kilos, con los que obtiene 12 o 15 pesos que le alcanzan para comer algo o comprar una botella de aguardiente, que lo mantendrá caliente durante la noche.
“Aunque me vean mugroso y sin bañar, con los zapatos y pantalones rotos, estudié en la Universidad de Guanajuato, trabajé por varios años en una empresa y la vida empresarial me dio tanto asco que cambié varias veces de trabajo y todo era igual; lo que yo había visto en la carrera de psicología social no era nada de lo que en realidad veía en las oficinas. Un día al salir de la casa decidí no ir a trabajar, ya no regresé a mi casa, me quedé en las calles y ahí comprendí el significado de la vida”, explicó el hombre de 50 años, quien prefiere ya no usar su apellido, como señal de protesta al sistema.
Durante los días, este grupo de personas recorre las calles tratando de encontrar la forma sencilla de obtener algunos pesos, en algunos casos pidiendo en las esquinas, en otros limpiando parabrisas, todo con tal de comprar una lata de cemento para pvc o un litro de thinner; en caso de contar con recursos cada uno compra algo de comer para compartirlo durante la noche o consumirlo en el mismo instante.
“A veces consigo unos cien pesos en total, entre las latas, los parabrisas, las botellas y otras cositas, con ese dinero me compro comida, a veces me dura dos días, pero no siempre se puede confiar en los que llegan a dormir bajo el puente; lo que sí compartimos es el chemo, la mona sale barata y te quita el hambre, el pomo no lo suelto porque éstos se lo acaban de un trago y eso ayuda a quitarse el frío de la noche, claro, cuando no vienen a molestar los de Protección Civil, disque para ir al albergue”, continuó Miguel.
Vecinos de la colonia El Cerrito aseguran que este grupo de indigentes es inofensivo y en ocasiones se ofrecen a lavar los coches de los colonos a cambio de un taco.