Hace 34 años fue inaugurado el mercado Josefa Ortiz de Domínguez, mejor conocido como “el mercado de La Cruz”, y desde entonces es un sitio que reúne colores, sabores, olores, gastronomía y música, no sólo de Querétaro, sino de otros estados de la república, incluso de otros países.
La fusión de culturas es evidente al pasar por los pasillos abarrotados de mercancía, ambulantes, músicos y clientes; las voces que se escuchan son indígenas, extranjeras; sin olvidar el grito de los comerciantes invitando a la gente a comprar.
El mercado fue inaugurado el 13 de noviembre de 1979, momento en el que cambió su nombre por el de La Corregidora de Querétaro, y abandonó el de El mercado de abajo, por haberse encontrado en la Plaza Fundadores frente al Templo de la Santa Cruz.
Al mercado, con la temporada de lluvias, también llegaron las frutas exóticas provenientes de la Sierra Gorda y de las zonas tropicales del país: los garambullos son traídos por indígenas de esa región a vender a los locatarios de la capital, así como los aguacates de Tolimán de cáscara lisa, los chiles de biznaga traídos del semidesierto o las flores de calabaza de los cinco estados serranos.
Así como las piñas provenientes de Oaxaca, y las guanábanas de Puerto Vallarta, los melones de Veracruz, la jícama de Guanajuato.
El toque extranjero lo ponen los visitantes de otros países, en esta ocasión se encontraban rondando turistas de Alemania, así como de Estados Unidos, quienes compraban las frutas para degustarlas, sin embargo se negaron a ingerir los charales provenientes de Jalpan de Serra y los chapulines de las milpas de maíz de todo el estado queretano.
Carlos Rivera, quien acostumbra desayunar todos los domingos en este mercado desde hace cinco años, explicó que los días de verano en La Cruz son más coloridos que los días de todas las estaciones, ya que el olor de la comida casera se mezcla en esta estación con el olor dulce de las frutas exóticas.
“Venir a comer aquí es para mí como un ritual, además es comer sano, te olvidas de la comida rápida que comes todos los días en la oficina, de las tortas, de las hamburguesas; aquí puedes venir a comer hongos de maíz que vienen de nuestro estado”, celebró Carlos.
Comentó que cuando va al mercado en promedio gasta 600 pesos, los cuales distribuye en la comida de su esposa y su hijo, además de los comestibles que utilizará durante la semana para preparar la comida de seis días.
Por su parte, los comerciantes que se dedican a vender los alimentos de temporada explicaron que durante la época veraniega se incrementan las ventas, ya que en esta temporada la variedad de productos para comerciar también aumenta, además de despertar el gusto en la clientela por degustar alguna fruta.