La Diócesis de Querétaro recibe diariamente solicitudes para exorcismos, aunque de 30 o 50 personas que acuden sólo una se tiene que someter a ese ritual de sanación, dijo Gustavo Licón Suárez, presidente de la Comisión Diocesana para la Pastoral de la Comunicación, quien consideró que cultos como el de La Santa Muerte conllevan consecuencias espirituales.

“Adorar a la muerte es abrirle las puertas al demonio, quiero invitar (a la gente) a que tengan mucho cuidado. Si bien es cierto que se les respeta, las consecuencias son tremendas.

Luego viene toda esta tarea titánica que se está realizando de exorcismos, de liberaciones, y una de las puertas principales es el culto indebido a la muerte”, abundó.

Explicó que las causantes que tienen para hacer exorcismos son la realización de cultos satánicos, promesas a la muerte, “algunos dicen: voy a vender mi alma al diablo. Pareciera insignificante, pero la consecuencia espiritual es terrible. Las personas comenzarán a tener visiones, manifestaciones sobrenaturales, empiezan a tener pérdida de la razón, en ciertos momentos empiezan a tener alteraciones en la conducta notorias”.

Precisó que no todos quienes acuden a pedir este auxilio espiritual se les practica un exorcismo, pues se tiene que hacer todo un discernimiento de índole religioso. Para poder hacerlo, dijo, se hace un estudio sicológico, así como estudios neurológicos, acudiendo primero a especialistas médicos, junto con el discernimiento espiritual. En caso de no encontrar alteraciones médicas, se procede al exorcismo.

Licón Suárez explicó que en la Diócesis de Querétaro hay un grupo de sacerdotes designados a hacer exorcismos, que es nombrado por el obispo Faustino Armendáriz Jiménez para ese propósito, que está conformado por seis sacerdotes, entre ellos el padre José Guerrero, en Lomas de Casa Blanca.

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