Desde hace cinco años la señora Lourdes, originaria del municipio de Ezequiel Montes, se dedica al comercio en la capital queretana; vende tamales en las diferentes colonias del municipio, un oficio que asegura, no le exige estudios y le ayuda para sobrevivir el día a día.
Doña Lourdes nació en el estado de Querétaro, en la comunidad de Peña de Bernal, perteneciente al municipio de Ezequiel Montes, lugar en donde curso hasta el sexto de primaria, ésto debido a problemas económicos; ahora tiene 42 años de edad.
Comentó que en su lugar de origen, se dedicaba a diversas actividades, sin embargo, por la falta de empleo en aquella zona, y aunado a la falta de estudios, la obligo, junto con su esposo, a mudarse a la capital del estado, en busca de un mejor futuro.
“En todos lados te piden estudios: preparatoria como mínimo o una carrera, la verdad yo no tengo esa preparación, además de que no hay mucho trabajo en la comunidad y por eso vine a Querétaro y me dedicó a este oficio que no exige estudios o saber algo más”, aseveró.
Comentó, que al llegar a la capital, se empleó en el oficio de vender tamales, primero, trabajando para unas personas que les daban las herramientas de trabajo, como: el atole, la mesa, las bolsas y el bracero. Su pago semanal era de 450 pesos.
Sin embargo mencionó que este trabajo fue muy riesgoso, ya que sus patrones la hacían trabajar en dos horarios: por la mañana de seis a 10 y por la noche de 7 de la tarde, hasta las 12 de la noche.
“Estas personas me iban a dejar a una esquina de la colonia Candiles para vender, pero en varias ocasiones pasaban por mi hasta las 12 de la noche, corría el riesgo de que me asaltaran, y me llegaba a dormir a la una de la madrugada y luego me tenía que levantar a las cuatro de la mañana para comenzar el otro turno de las seis”, aseguró.
Con este ritmo duro cerca de dos años, hasta que logró, junto con su esposo—quien también se dedica a este oficio— ahorrar dinero para establecer su negocio propio, el cual consta de un triciclo adaptado para el bote de tamales, y los dos recipientes para atole. “Logramos poner nuestro propio negocio, y entre los dos sacamos el dinero necesario”, celebra doña Lourdes.