Desde hace un año el señor Andrés Díaz Guerrero, de 73 años de edad, comparte sus desayunos, comidas, cenas y actividades diarias, con sus compañeros de la tercera edad, quienes al igual que él, pasan sus últimos años de vida en el Centro Acacia, que es una residencia para el adulto mayor que les ofrece una atención digna y de calidad.

Ubicado en el municipio de Corregidora, el Centro Acacia cuenta con una antigüedad de cinco años. Actualmente alberga a 23 adultos mayores, ocho hombres y 15 mujeres. La mayoría tiene entre 60 y 80 años de edad.

De acuerdo con la directora del Instituto, Carmen Jiménez, la gran parte de los adultos internados en el centro padecen la enfermedad de Alzheimer y síndrome demencial, sin embargo son cuidados las 24 horas del día por médicos y auxiliares de medicina.

“Todos los adultos que tenemos en este momento vienen a verlos sus familiares. Aunque algunos viven lejos, envían a algún pariente que viva más cerca para que esté al pendiente de ellos”, aseguró la directora del instituto.

Este es el caso del señor Andrés Díaz Guerrero, un ingeniero topógrafo, egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien desde el 2012 vive en Centro Acacia, una decisión que tomó de común acuerdo con sus cinco hijos, producto de tres matrimonios.

Relató que la mayor parte de su vida vivió en el Distrito Federal, sin embargo, por cuestiones de trabajo tenía que viajar constantemente a Querétaro, donde decidió instalar a su familia después del sismo de la ciudad de México en 1985, mientras él se dedicaba a viajar por cuestiones de trabajo.

Al paso del tiempo, su trabajo y diversos estudios concluyeron, llegando a la etapa en la que necesitó llevar una vida más tranquila, por lo que en un consenso con sus hijos llegaron a la conclusión de llevarlo a vivir en un centro para el adulto mayor.

“Mis hijos sí vienen a visitarme, se organizan para venir. Un día le toca a uno, otro día a otro, generalmente todos los días, pero a mí me gusta que vengan los fines de semana, para que no desatiendan a sus hijos. La mayoría de mis nietos, que son ocho, ya están grandes y con licenciaturas”, aseveró.

Don Andrés dijo no sentirse solo ni extrañar a sus hijos, al contrario, le agrada estar en compañía de gente de su misma edad, además de que calificó como servicial y amable la atención que recibe por parte del personal médico que lo cuida.

Actualmente Don Andrés ocupa su tiempo en pintar cuadros, en los cuales expresa lo que ha vivido o siente; además de que estudia un doctorado en Bellas Artes, para ello sus hijos lo trasladan una vez al mes a Guanajuato y una vez a la semana a la UAQ.

La situación de Don Andrés es diferente a la de otras personas de su edad, pues si bien está lejos de su familia, sus hijos constantemente lo visitan.

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