Después de 25 años de carrera magisterial, Socorro Alcaraz Valles decidió apoyar a un familiar y eso la hizo incursionar en el mundo de los negocios, en particular, en la venta de alimentos.
Abandonando su profesión de profesora, ha visto cambios en la colonia Colinas del Cimatario, donde vende quesadillas, tacos, gorditas y sopes de varios guisos. Su negocio se encuentra frente a la Unidad de Servicios para la Educación Básica del estado de Querétaro (USEBEQ), donde maestros y administrativos acuden a comer.
“Empecé el 1 de septiembre de 1987, ésa es la fecha que tramité el permiso para ayudar a un pariente mío que no tenía trabajo, y estuvo un tiempo buscando trabajo. Se me vino a la mente el poner un estanquillo, como soy maestra, mi esposo y mis hijos son maestros. Veníamos a la USEBEQ, donde no había más que una tiendita y una casa, yo dije aquí voy a poner mi negocio, mi pariente no lo pudo trabajar y dije yo. Al principio me daba vergüenza, por que yo soy maestra y los demás maestros me conocían, hasta un hermano me dijo que le daba pena, pero yo digo ¿por qué si es un negocio? Y ya tenemos 25 años aquí”.
El primer puesto lo colocó sobre avenida Cimatario sobre el drenaje pluvial, donde ella misma indica que vendía mucho más. Pero las autoridades de la Unidad de Servicios para le Educación Básica del Estado de Querétaro le solicitaron se cambiara para poder apoyarla con un puesto de lámina, mismo que aún mantiene y donde vende más de 800 quesadillas por día.
“Mi primera venta fue de 28 pesos, mi inversión inicial fue de 200 pesos. El día que empecé no pude recuperar lo que invertí de mi dinero, hasta la siguiente semana y de ahí poco a poco he ido aumentando hasta la fecha que me va muy bien. Estamos vendiendo alrededor de 800 quesadillas, muchas de ellas por pedidos. Vienen maestros a la USEBEQ de lejos, de San Juan, de Cadereyta y primero pasan a encargar sus quesadillas y luego se meten, porque dicen que venir a la USEBEQ y no comer quesadillas es como si no hubieran venido”, asegura con alegría.
De acuerdo con Doña Coco su negocio fue el primero en colocarse para atender a los maestros que llegaban a la USEBEQ a trámites magisteriales, por lo que la idea de poner su estanquillo en esta zona le dio buenos dividendos. “Yo fui la primera que puso el desorden, ahora ya somos seis. La competencia a veces me afecta, pero Doña Coco es Doña Coco, y mis clientes me siguen”.