La historia se remonta cuatro generaciones atrás. Antes de que naciera don Martín Vargas, su tatarabuelo, bisabuelo, abuelo y sus padres endulzaron a los queretanos con el tradicional dulce de camote. Hoy ya no se vende tanto, por eso optó por entrar al negocio de los dulces comerciales.

La paleta de caramelo, el chamoy, un Pelón Rico, huevitos de chocolate y algunas botanas pueden encontrarse todos los viernes en el tianguis de El Tintero; justo en la esquina de Alfonso Reyes está el puesto que desde hace 15 años trabaja junto con su esposa, Marcelina González.

“Siempre desde chiquito nos dedicamos al camote, el horneado, el cocido pero qué cree, que se bajó la venta, ya no se vende tanto; yo ya lo traigo como de cuarta, quinta generación, mis tatarabuelos, mis bisabuelos, se dedicaban a los tianguis, mi mamá tenía un puesto en el Escobedo y, de hecho, ahí se sigue vendiendo el camote, pero ya casi no lo compran”, indica.

El Tintero es uno de los tianguis más grandes y tradicionales de Querétaro, antes sólo abarcaba el tramo de Plutarco Elías Calles a Alfonso Reyes, pero, desde hace 20 años, triplicó su tamaño hasta avenida de la Poesía.

No importa si la economía se tambalea, si es época de vacaciones, si hace frío o calor, en ese mercado siempre hay gente. Desde las 6 de la madrugada se pueden encontrar algunas estructuras y lonas de los puestos. Martín llegó a este lugar en el 2000, a un tianguis que nació en 1989.

Algunos puestos se instalan desde las 7, 8, 9, todavía a las 11 de la mañana algunos llegan para montar ropa, comida, fruta, ornamenta, productos de belleza y todo lo que se puede comprar en esos lugares.

La corriente de luz que los abastece la cortan a las 10 de la noche y, entonces, comienzan a recoger, los últimos se van a las 12 o 1 de la mañana.

“Aquí la venta está bien, nos sale para darle de comer a la familia, tengo dos hijos, uno está en la universidad y otro entra este año a la UAQ, ya está apuntado […] el tianguis es una tradición que nunca va acabar, conmigo empezó de familia, viene de muchos años y como sea la gente viene, a la gente le gusta visitar los tianguis”, señala.

Además de tener su puesto, Martín es concesionario de taxi, en los ratos del día cuando no está vendiendo se sube a su unidad para completar el gasto; otras veces deja a su esposa en la venta mientras él recorre la ciudad.

El tianguis lo trabajan los lunes, martes, miércoles, jueves y el domingo, este último día se instalan en las afueras del panteón de San Pedro Mártir.

Certidumbre y seguridad. Para Marcelina, esposa de Martín, resulta importante que las autoridades sean sensibles y entiendan que los tianguistas sólo buscan un espacio para poder llevar el sustento a casa.

“Ahorita como anda el gobierno, queriéndonos quitar, que tome en cuenta que de aquí mantenemos a nuestras familias, nos han querido mover y pues cuando nos mueven de lugares se van para abajo los tianguis, este tianguis tiene casi 30 años”, dice.

Luego del desalojo en La Alameda no dejan de preguntarse si serán los siguientes. Además, su otra preocupación es la inseguridad.

No sólo en El Tintero, en todos los tianguis donde participan hay prácticas de delincuencia, jóvenes que roban, riñas y la circulación de billetes falsos; ese es otro llamado que le hacen a las autoridades.

“No hay seguridad, les hemos pedido a nuestros dirigentes que nos manden seguridad, hay mucho ratero, drogadicto y la gente sí tiene miedo; sí nos han tocado asaltos, a algunos compañeros les pasa lo de billetes falsos y eso es siempre [...] Todos nosotros, varios compañeros, estamos en Hacienda, pagamos nuestros impuestos en el gobierno y por eso les pedimos que nos dejen trabajar”, refiere.

Google News

TEMAS RELACIONADOS