El 19 de marzo de 1731, Evaristo Olvera ingresó al Convento y Hospital de San Juan de Dios para purgar su culpa por haber asesinado a su esposa Gertrudis Real.
Justo en la portería de acceso, el reo pintó con carbón a Jesús Nazareno, lo que generó el descontento de Fray Agustín Peñaflor, quien ordenó borrarlo con un trapo húmedo; por la tarde, la imagen reapareció intacta. Evaristo la borró entonces con una piedra de tezontle y, al siguiente día, reapareció la imagen más clara y reluciente para quedarse siempre ahí.
Esta historia de fe da nombre al templo conocido en San Juan del Río como Jesusito de la Portería, precisamente por la imagen que aún prevalece in situ, protegida con un cristal para conservar los colores originales, que se presume fueron los que aparecieron tras el intento en vano de borrar lo que pudo ser una ofrenda de Evaristo para Dios.
Administrado por Jesuitas, el templo data del siglo XVII y, ahora, alberga a la facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). En su época, el inmueble fue adaptado como una cárcel local, según los relatos de antaño.
Debido a su importancia en las acciones de evangelización de la región y la atención a enfermos, el antiguo convento y hospital es un referente en el desarrollo de San Juan del Río.
El edificio se ubica a pocos metros del río San Juan y forma parte del Camino Real de Tierra Adentro, la ruta comercial más importante, la cual abarca 2 mil 560 kilómetros y que iniciaba en la Ciudad de México, pasando por territorio queretano, hasta Santa Fe en Nuevo México. Hoy en día, dicha ruta lleva la declaratoria de Patrimonio Mundial de la Humanidad por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El convento San Juan de Dios fue fundado en 1661 junto al río, para atender a los enfermos que tomaban la ruta comercial del Camino Real.
La construcción se realizó en predios propiedad del sacerdote del pueblo, Simón Núñez Vela, quien concedió sus terrenos para que se edificaran las áreas de enfermería, a fin de atender a hombres y mujeres por separado. El centro hospitalario fue financiado con recurso económicos de Tomás Enríquez Rangel.
La administración del hospital estuvo a cargo de los hermanos San Juan de Dios, quienes iniciaron la operación del espacio el 22 de octubre de 1662.
De acuerdo con registros de la jefatura de Patrimonio Cultural, el hospital contaba con un rancho de 10 mil ovejas, que se ubicó en la hacienda de El sauz en Pedro Escobedo. Los animales se destinaban para alimentar a los enfermos y para comercializaros y obtener recursos para hacer frente a los gastos de operatividad.
Con el paso de los años y tras varios litigios, los administradores del también convento perdieron las propiedades, pero siguieron atendieron a enfermos gracias a apoyos económicos.
Cuatro religiosos llegaron al convento para atender a los enfermos. Cada año se recibían a un promedio de 72 viajeros que transitaban por el Camino Real. El número de personas que albergaron disminuyó poco a poco ante las dificultades económicas que el hospital enfrentaba.
El centro contaba con una capilla y una pequeña estancia o portería, que aún se conservan como espacio para oración y celebraciones religiosas; además, contaba con un altar en honor a San Juan del Dios, quien fue nombrado patrono de este hospital.
El Fray Agustín Peñaflor, supervisor de este hospital, fue quien dio vida al relato en torno al acto de fe emprendido por el reo Evaristo Olvera, originario de Celaya, Guanajuato. Hoy, la historia confiere el poder milagroso al templo, que es visitado por cientos de fieles que le rezan al Jesusito de la Portería y le piden favores.
Por iniciativa y a manera de arrepentimiento por asesinar a su esposa, Evaristo plasmó la imagen de Jesús Nazareno en la portería que daba paso a la capilla. El padre Peñaflor le ordenó borrar los primeros trazos hechos con carbón, que horas más tardes reaparecerían; usaron una piedra de tezontle para borras de nueva cuenta y se ordenó también blanquear la pared.
Pasaron tres días desde que se borró la imagen, cuando esta reapareció, ahora con nítidos colores. Testigos de este hecho fueron el padre Peñaflor y el Fray Miguel de Mora ,religioso del convento. Notificaron de este acontecimiento al párroco del pueblo, Antonio del Rincón y Mendoza, y al resto de los religiosos a cargo del hospital, quienes acordaron picar la piedra para que no quedara huella de la figura creada por el homicida.
Otros días pasaron y, en el lugar en donde con picos se había erosionado la imagen, ésta reapareció. Entonces, los religiosos consideraron el hecho como una revelación de Dios, quien había dispuesto que en este templo permaneciera por siempre Jesús Nazareno.
El sacerdote Rincón y Mendoza ordenó traer un pintor para que. sobre los trazos rústicos hechos por Evaristo. se aplicara pintura para retocar la imagen. El condenado por dar muerte a su esposa fue puesto en libertad. Otras versiones refieren que los grilletes que portaba se aflojaron por un milagro.
Con este antecedente milagroso, fue constituido el Templo de Nuestro Padre Jesús de la Portería, hoy en día conocido como el templo de Jesusito de la Portería. El Jesús Nazareno que da vida a este extraordinario suceso permanece intacto, protegido por un cristal y, a un costado de la imagen, cuelgan los grilletes que portó Evaristo, recluido en el antiguo convento.
Desde hace tiempo, en este templo se hizo tradición rezar el credo cada 15 de febrero, aunque la celebración en honor a Jesusito de la Portería se lleva a cabo del 3 al 6 de agosto. A la imagen religiosa se le atribuye el milagro de la vida, por lo que cientos de madres acuden al templo para dar gracias por el nacimiento de sus primogénitos.
Labor médica y cuna de la evangelización. Ubaldo Neftalí Sáenz, jefe de Patrimonio Histórico de San Juan del Río, destaca que más allá del suceso milagroso, que religiosos de la época difundieron, la importancia del antiguo convenio y hoy templo radica en la asistencia médica que daba a los comerciantes viajeros ya la labor de evangelización que, desde este punto, se emprendió hacia otros sitios de la entidad queretana.
“En este sitio se brindó también hospedaje y atención médica a los españoles que venían de la Ciudad de México a evangelizar en el territorio queretano, aquí también se creó una cárcel local donde se supone estuvo interno Evaristo”, sostiene.
De este convento partieron los evangelizadores a la Sierra Gorda, a San Luis Potosí y a Tampico, de acuerdo con datos del archivo histórico.
Aseguró que San Juan del Río tuvo aun mayor aportación en los viajes evangelizadores que la propia capital queretana, ya que por el convento de San Juan de Dios pasaron los Jesuitas que recorrieron la mitad de la sierra.
A través de la Dirección de Cultura, se pretende promover la capilla de Jesusito de la Portería como un sitio de valor religioso y comercial, al ser un punto de importante apoyo para los enfermos que empleaban la ruta del Camino Real.