Los queretanos y turistas disfrutan del Día de Muertos visitando los altares ubicados en el centro de la ciudad, así como de los antojitos que se venden en los puestos instalados en las calles de Madero e Independencia.
Turistas extranjeros y nacionales, al igual que los residentes queretanos, salen a las calles y aprovechan la celebración para pasear en familia.
En la calle de Madero, en uno de los puestos que ofrece guajolote, tacos dorados, enchiladas y patitas de puerco en vinagre, entre otros antojitos, tres turistas extranjeros piden por medio de señas y un poco de español una orden de tacos y dos guajolotes. La encargada del puesto les entiende por las señas y prepara los alimentos solicitados.
En otro puesto de jarritos, dos jóvenes mujeres extranjeras piden bebidas para ambas.
El comerciante las prepara de manera rápida, colocando en el jarro de barro los ingredientes solicitados, pues si la bebida es para un menor, se evita el toque de tequila. Para los adultos, la tradicional bebida es casi una obligación. De inmediato, las jóvenes disfrutan de su bebida refrescante, pues a pesar del clima fresco, el sol ya comienza a causar sed entre los paseantes.
Los puestos de comida se comienzan a llenar pasado el mediodía. La gente busca algo para calmar el apetito. Además de las clásicas enchiladas, guajolotes, tacos dorados y patitas de puerco, se ofrecen tacos al pastor, quesadillas, gorditas de migajas, sin olvidar los buñuelos (bien remojados), elotes, esquites, manzanas acarameladas y dulces tradicionales, entre otras delicias.
“A mí me gustan mucho los jarritos y las paletas redondas de caramelo. Además, me gustan estas fiestas, porque recordamos así a nuestros seres queridos con menos tristeza. Los recordamos con gusto”, dice Yesenia, joven que pasea con sus amigos en el primer cuadro queretano.
También se ven personajes que pertenecen más a la tradición del halloween, pero que son bien recibidos. Tal es el caso de una pareja que, ataviada ella como novia, y él como su cónyuge, pero con máscaras que simulan rostros ensangrentados y en el caso de ella con una figura de un bebé saliendo por su vestido a la altura del vientre, permite que se tomen fotos con ellos a cambio de una propina.
Mientras, en el jardín Guerrero y en el andador Madero, diferentes puestos ofrecen aún calaveritas de dulce y chocolate, frituras, pan de muerto, frutas de dulce, máscaras y disfraces. Quedan pocas horas de venta para estos comerciantes. Aunque hay muchas personas en la calle, son pocos los que compran. La mayoría sale a pasear.
Mientras, en Plaza de Armas, los visitantes acuden a los restaurantes ubicados en este sitio, toman fotografías a la ofrenda que se instaló en homenaje a Francisco Rabell, fundador del Corral de Comedias. Otros aprovechan y se toman selfies con el altar.
“Es para el fundador de una especie de compañía de teatro de aquí, de Querétaro. Se llama Corral de Comedias”, explica una mujer a sus acompañantes que están de visita en la entidad para pasar estos días.
A unos pasos de ahí, en Palacio de Gobierno, otro altar de muertos es visitado por los turistas. Además de los grupos de viajeros que acuden con un guía, cientos de personas entran a conocer la mítica casa de la Corregidora.
“Aquí, en este mural, hay un queretano poco reconocido, pero que es muy importante. Es don Tomás Mejía, quien acompañó a Maximiliano”, dice un guía a los turistas, que lo escuchan mientras toman fotografías del mural con sus teléfonos celulares.
En Plaza Constitución se lleva a cabo el concurso de altares de muertos, en el cual participan los barrios de la capital queretana con sus creaciones.
Muchos templos del centro de la ciudad permanecen abiertos, en algunos celebran misas por el Día de Muertos para que los familiares de los difuntos que descansan en las criptas de los recintos religiosos puedan visitarlas en esta fecha.
Los visitantes acuden en silencio, permanecen por unos minutos frente a las urnas donde yacen sus seres amados. Es el caso del templo de Santo Domingo, que abre sus puertas para la visita a las criptas. Los familiares llegan hasta el lugar. Se sientan en las bancas dispuestas en las áreas de criptas y permanecen en silencio por minutos. Quizá rezan en sus adentros, recordando a ese ser querido que ya trascendió de este plano.
En panteones, templos, plazas públicas, en las calles, cada quien a su manera, se recuerda a los difuntos este 2 de noviembre. Con altares en sus hogares, con todos los elementos o más sencillos, con las fotos de sus familiares y anécdotas de cuando estaban vivos.
Otros disfrutan del día como una curiosidad cultural, como los turistas extranjeros, que no terminan por entender esta tradición, pero se embelesan.