Los actuales problemas de tránsito vehicular demuestran que ya colapsó el modelo de movilidad que gira en torno al automóvil, declaró Sergio Olvera León, vocero del Observatorio Ciudadano de Movilidad Querétaro.

El activista dijo que es indispensable que se informe en tiempo real sobre la situación vehicular y que las nuevas vialidades se construyan para que el transporte colectivo sea la opción más veloz y eficiente por encima de cualquier transporte particular.

“Se requiere que el gobierno emita información precisa y permanente de la situación en la cual se encuentran las avenidas, no sirve la imagen que actualmente difunde en Twitter, que casi siempre coloca a 5 de Febrero en semáforo verde, de fácil tránsito, y en rojo, de difícil, otras vialidades”, señaló.

“La información que realmente se necesita es tener sensores en diferentes puntos de la ciudad, que reporten temperatura, contaminación y número de autos”, explicó Olvera León.

En caso de que se usara el transporte público,  debe también sumarse el tiempo de espera para que llegue la ruta.

Olvera León agregó que el tráfico genera estrés y contaminación, al mismo tiempo que la contaminación pone de mal humor al conductor, por lo que es ilógico que se trate de llamar a los habitantes, desde una cuenta gubernamental, a que se armen de paciencia.

El clásico “laminazo” 

El típico “claxonazo” no deja de sonar, al contrario, se observa   que aumentó y con mayor volumen en los cientos de automotores que tratan de imponerse con el clásico “laminazo” cuando circulan por las principales vialidades de la capital queretana, que se observan rebasadas  por las obras en avenida 5 de Febrero.

Los trabajos afectan el tránsito vehicular de otros anillos viales como Bernardo Quintana, Paseo Constituyentes, Fray Junípero Serra y los  libramientos surponiente y norponiente, así como la  autopista México-Querétaro, en el tramo que pasa por la capital del estado.

Miguel González vive en la colonia Satélite, al poniente de la ciudad, y nos explica que antes de las obras invertía entre 30 y 45 minutos para trasladarse en su coche a Plaza de las Américas, donde trabaja; sin embargo, el tiempo ya se le triplicó para llegar a su oficina.

Ahora, en tono de enojo o desesperación, Miguel dice que hace hora y media de traslado, “pero cuando hay un accidente me tardó hasta dos horas en llegar a mi destino, es horrible lo que pasa, esto no tiene fin”.

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