Más de cuatro meses han pasado desde el ataque armado que terminó con la vida de diez personas en el bar Los Cantaritos, en el Centro Histórico de la capital; desde entonces, el inmueble continúa custodiado por patrullas, cerrado y sin operar. Las mesas y el caos siguen intactos.

El sitio fue el escenario de uno de los hechos más violentos acaecidos en Querétaro durante los últimos años. El establecimiento era de reciente apertura, ubicado en la calle Circunvalación, aún dentro del primer cuadro de la ciudad, cercano a Los Arcos, La Cruz y Bernardo Quintana. El lugar no se encontraba afiliado a ninguna de las organizaciones más representativas que agrupan este tipo de sitios, como lo es la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac), ni a la Asociación de Antros y Bares de Querétaro. De acuerdo con el presidente de este organismo, Rogelio Garfias, la apertura del lugar no databa de hace más de un par de años.

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A pesar de que una de las medidas que se tomaron por parte de las autoridades, posterior al hecho violento fue la disminución de los horarios de apertura de los establecimientos de entretenimiento y de los que ofrecen alimentos y bebidas, el ataque al bar Los Cantaritos no ocurrió a altas horas de la noche, sino antes de las 10 de la noche, del pasado 9 de noviembre.

El sitio ha permanecido custodiado por un par de patrullas de la policía municipal capitalina, que en principio flanqueaban la entrada y reducían un carril la vialidad, sin embargo, aunque ahora sólo se ubican al frente, continúan presentes para salvaguardar los indicios que pudiera haber en la escena.

Desde afuera, por las rendijas, pueden verse las mesas y vasos desordenados, llenándose de polvo tras meses del suceso violento. En la fachada, persisten símbolos hechos con listones blancos, flores y algunas veladoras que quedan después de que se organizaran un par de movilizaciones ciudadanas en memoria de las víctimas y en exigencia de justicia.

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Los establecimientos aledaños continúan su operación con normalidad: un billar y los bares a unos metros funcionan cada noche con normalidad; también el estacionamiento contiguo al sitio está en servicio.

El silencio y la quietud son el eco que prevalece en el lugar, en el que han encontrado refugio algunos animales domésticos, como pequeños gatos que han sido avistados al interior y para los que la comunidad de la zona ha pedido apoyo para alimentar, resguardar y en el mejor de los casos, adoptar.

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