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El vicario de la Diócesis de Querétaro, Martín Lara Becerril, urgió a que las manifestaciones de las mujeres sirvan como punta de lanza para cambiar las injusticias que viven, toda vez que se trata de acciones que deben sostenerse con un proceso educativo.
Señaló que el respeto a los derechos de las mujeres debe inculcarse en escuelas y hogares, y estimó que desde antes del paro general de este lunes, ya se observaba el impacto de esa decisión en toda la sociedad.
Indicó que las misas del domingo estuvieron dedicadas al Día Internacional de la Mujer, y a la labor invaluable que efectúan, y remarcó que debe respetarse la voluntad de las mujeres que decidieron manifestarse, así como de las que optaron por no hacerlo.
Lo verdaderamente importante, continuó, es lograr una sociedad más sensible, que no permita la violencia y menos que tome a la mujer como un ser débil, en vez de lo que realmente es, un pilar social, con la misma dignidad que los varones.
Lamentan agresión. En otro orden de ideas, deseó la pronta recuperación del elemento de la Secretaría de Seguridad Pública del Municipio de Querétaro, quien fue agredido en la autopista 57, a la altura de Lomas de Casa Blanca.
Envió su solidaridad a los familiares, y reconoció a todos los funcionarios públicos que entregan su vida en beneficio de la sociedad.
Si matan a una mujer matan a Cristo. Por separado, el sacerdote Rafael Gavidia, en la Santa Iglesia Catedral, alertó que quien mata a las mujeres, mata a Cristo.
Aprovechó para emitir su postura a favor de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
Lamentó la existencia de miedos que frenan el desarrollo de la Iglesia, la sociedad y el gobierno. Entre los diez miedos que enumeró se encontró el de reconocer los derechos de la mujer.
Señaló que las mujeres no pueden quedar como meras espectadoras en las iglesias, tampoco pueden ser violentadas en la sociedad, toda vez que merecen ocupar el lugar que les corresponde desde el mismo Espíritu de Cristo.
Enumeró el miedo que existe en la iglesia a experimentar cambios profundos y radicales, pero también el que llegan a sentir los católicos para ser fieles al Evangelio, hablar de temas polémicos, desarrollar investigación teológica y a hablar de derechos humanos.
Lamentó el miedo que existen para hablar de derechos humanos, en la Iglesia, en el gobierno y la sociedad, temor que lleva a poner a defender esos derechos a personas a modo.
El sacerdote también llamó a que el gobierno atienda a las víctimas de la violencia, así como a quienes se enfrentan a algún desabasto de medicamento.