La relación entre Estados Unidos y México bajo la administración del presidente ha sido un constante vaivén de tensiones y negociaciones.

Tras su regreso a la , sus políticas han vuelto a desafiar la relación con sus vecinos, esta vez con nuevas medidas comerciales y estrategias de vigilancia aérea.

Desde el inicio de su nuevo mandato, Trump retomó su postura proteccionista y endureció su discurso contra México. Muestra de ello es que el pasado 1 de febrero anunció sobre todas las importaciones provenientes de México y Canadá, justificando la medida como un esfuerzo por frenar lo que él considera una "invasión de migrantes y drogas".

Sin embargo, tras intensas negociaciones, la aplicación de los aranceles fue suspendida temporalmente. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió desplegando 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur, una acción que permitió frenar la medida al menos por un mes.

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El uso de los aranceles como una herramienta de presión no es nuevo en la estrategia de Trump. En 2019, durante su primer mandato, ya había amenazado con imponer gravámenes a productos mexicanos si el gobierno no reforzaba las acciones contra la migración. Hoy, el escenario se repite, con una política de chantaje comercial que podría afectar gravemente la economía de ambos países.

EU ahora monitorea la frontera con drones

Pero la tensión no se limita al ámbito comercial. La relación bilateral ha alcanzado un nuevo nivel de fricción con la revelación de vuelos de vigilancia estadounidenses sobre territorio mexicano.

Informes de medios como CNN y The New York Times indican que la CIA ha intensificado el uso de drones y aviones no tripulados para monitorear tanto el flujo migratorio como las operaciones de los cárteles de la droga.

Esta estrategia, que comenzó durante la administración de Joe Biden (2021-2025), busca ubicar laboratorios de fentanilo en México, pero ha sido interpretada por el gobierno mexicano como una intromisión en su soberanía.

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Trump, por su parte, ha defendido estas acciones, asegurando que desde su regreso al poder, Estados Unidos cuenta con "la frontera más segura de su historia" y felicitando a la Patrulla Fronteriza por su labor.

Además, firmó una orden ejecutiva instruyendo al Departamento de Estado a declarar a los principales cárteles mexicanos como grupos terroristas. Según The New York Times, la lista de organizaciones bajo esta designación incluirá al , al Cártel Jalisco Nueva Generación, al Cártel del Noreste, a la Familia Michoacana y a los Cárteles Unidos.

Frente a este panorama, la presidenta Sheinbaum expresó su rechazo a estas medidas, subrayando la importancia de resolver los problemas de seguridad y migración a través de la cooperación y el respeto mutuo, y no mediante tácticas de intimidación.

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La postura de su administración es clara: cualquier acción unilateral, como los aranceles o la vigilancia aérea sin consentimiento, será rechazada.

Aranceles podría generar crisis sin predecentes en ambas naciones

El impacto de estas tensiones también ha puesto en alerta a empresarios de ambos lados de la frontera. La imposición de aranceles podría generar una crisis en sectores clave como la manufactura automotriz y la agricultura, afectando a compañías como Ford y General Motors, que dependen de la producción en México.

Además, la relación comercial entre ambos países podría verse afectada dentro del marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), amenazando la estabilidad del acuerdo trilateral.

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El futuro de la relación entre Trump y México sigue siendo incierto. Mientras el mandatario estadounidense mantiene su estrategia de presión, el gobierno mexicano busca alternativas para evitar una escalada mayor en las tensiones.

En un escenario de constante confrontación, la diplomacia será clave para definir si los dos países logran llegar a un punto de equilibrio o si se encaminan hacia una crisis más profunda.

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