Desde la silla de ruedas que usa para trasladarse, Mariano Cruz observa como el agua de la tormenta del lunes cubrió casi una hectárea de sus cultivos. La pérdida más sentida es la del garbanzo, al ser una planta muy frágil que no podrá recuperarse fácilmente, además estaba muy cerca de cultivarse.
Don Mariano es uno de los habitantes de la comunidad de Visthá, en San Juan del Río, en donde las lluvias de la noche del lunes y la madrugada del martes afectaron a 14 familias de la localidad. En este caso, los daños más graves para don Mariano son sus cultivos, pues el agua se concentró en su parcela y no fluyó por el canal que desagua la zona.
Su terreno está a un lado de la carretera que lleva de San Pedro Ahuacatlán a Visthá, y justo enfrente de su vivienda hay un fraccionamiento que fue desarrollado hace casi un lustro. De hecho, don Mariano atribuye la inundación a la construcción de esa unidad habitacional, señala que una de las salidas del agua fue tapada para que no desembocara en las casas de esa colonia.
Problema recurrente
No es la primera vez que le ocurre este desastre; en junio del año pasado las pérdidas fueron casi similares, pues la tromba que cayó en aquella ocasión afectó su parcela y también su vivienda; esa vez su familia tuvo que sacar camas, muebles, ropa y cobijas que quedaron entre el lodo.
Para este adulto mayor, tener que vivir estas pérdidas de manera constante se le hace injusto, principalmente en lo que corresponde a su cosecha, porque en esos temas los apoyos no llegan tan fácil. En varias ocasiones las autoridades le han repuesto las camas y algunos muebles, pero no su producción, pese a que para él es lo más importante.
Junto con don Mariano estuvieron algunos de sus hijos, y durante la mañana del martes recibió a varios de sus vecinos quienes se acercaron para preguntarle si podían ayudar en algo. Él solo pudo quedarse a observar las maniobras del personal de la constructora del fraccionamiento para destapar la salida del dren que había sido obstaculizada por unas tarimas que arrastró la corriente, y hacer que el agua saliera del terreno.
Para el mediodía, la parcela casi había quedado sin agua, gracias a que se drenó una parte el terreno con unas máquinas; sin embargo, para don Mariano de nada servirán estas acciones pues su cosecha fue pérdida total. Con tristeza sigue observando su terreno pero mejor decide darse la vuelta y volver a su casa; lo que queda es pensar qué se puede hacer y empezar a realizarlo.
Tercera inundación
Hace más de 20 años que María de Jesús Cuenca Carbajal compró el terreno donde construyó dos casas para sus hijos. La ubicación era muy buena, estaba a pie de la carretera que va a Tequisquiapan y a un lado de la Unidad Deportiva Norte, de San Juan del Río; con mucho esfuerzo logró edificar sus viviendas, pero años después se dio cuenta que el lugar no fue la mejor opción.
En los últimos ocho años, esta zona —en donde hay comercios y restaurantes— se ha inundado en al menos tres ocasiones; la primera en 2010, cuando las lluvias también dañaron a la colonia Villas del Puente y al entonces Hospital General, el torrente llegó hasta esa zona a la que arrastró basura, ramas y piedras, aunque los daños para María de Jesús no fueron tan graves.
La segunda ocasión fue en junio del año pasado, aquella vez sí se registraron más daños; el agua tiró la barda trasera de su casa y alcanzó casi un metro de altura; sin embargo, con ayuda de sus hijos y de los soldados que llegaron a apoyarlos logró salir aunque perdió casi todos sus muebles.
Desde entonces María de Jesús decidió vivir con una de sus hijas en la comunidad de San Pedro Ahuacatlán, muy cerca de su vivienda, por lo que otro de sus hijos decidió quedarse en ese lugar con su familia y fue a ellos a quienes en esta ocasión les tocó sufrir los daños de la inundación, así como intentar salvar algunas de las cosas que almacenaban en una de las habitaciones.
Más afectados
María del Rosario Mezquite Carrizo, nuera de María de Jesús, fue quien reaccionó durante la madrugada, al notar que el nivel de agua comenzó a subir al interior de su vivienda. Lo primero que hizo fue despertar a su esposo e ir por sus dos hijas pequeñas para subirlas a la planta alta.
Después de poner a salvo a su familia, Rosario comenzó a sacar algunas de las cosas de valor; sin embargo, el agua ya había cubierto algunos de sus muebles, ropa, la televisión, incluso las mochilas de sus hijas. De hecho los útiles escolares van a quedar inservibles, por lo que lamenta que la lluvia los haya afectado otra vez.
bft