El jardín de la cabecera municipal de Jalpan guarda ese nostálgico aire de tranquilidad en el que las familias se reúnen para platicar, los niños para jugar, los adultos para distraerse; además, pueden aprovechar que hay una buena conexión telefónica para llamar a Estados Unidos.
Tres mujeres conversan con una voz masculina del otro lado el teléfono.
Hablan de una tercera persona, familia que se acaba de ir a Estados Unidos, de los paisanos que acaban de llegar en la caravana migrante de este año.
La voz masculina desconfía del camino de regreso, dice que asaltan, insiste en que la caravana cobra por los stickers. La mujer le indica que no, que no cobran.
Mientras tanto, los niños patean un balón, corren en triciclo y un vendedor de nieves de carrito con un ratón Miguelito dibujado espera tranquilamente a los asoleados paseantes.
Santa Claus camina y reparte dulces acompañado de una mujer con un celular que transmite en vivo para redes sociales.
Mientras, un hombre de ropa gris, escoba y una bolsa gigante recoge las basuras que se encuentran en el limpio jardín de la cabecera municipal.
Al fondo se escuchan las campanadas para una quinceañera con sus chambelanes vestidos de azul.
Al fin ha colgado la llamada un hombre con bastón que platicaba con un amigo que se encuentra en el otro lado. Hablaron de herramientas de corte para carpintería, de un gringo que le dio hospedaje y tenía unas hijas bien guapas, que le pagaba 70 y comía en restaurantes de lujo.
Antes de finalizar su llamada, el trío de mujeres confirma a la voz masculina que han conseguido su acta de nacimiento en la oficina del registro civil de Jalpan. La voz masculina agradece y cuelga, no sin antes enterarse que el fin de la llamada es porque se van a ir a comer.
Así inician las vacaciones en el municipio de Jalpan, con un nacimiento monumental en el jardín y un trineo jalado por renos en la parte exterior de la misión de Jalpan; mientras que las trocas dan rondines con música a todo volumen, que compite con la última campanada para misa.