El nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés) va a generar menor volatilidad al tipo de cambio, que era uno de los factores que se tenía como riesgo para la inflación, afirma Jonathan Heath.
El economista independiente que fue nominado para ser integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) en diciembre próximo, dice en entrevista con EL UNIVERSAL que si bien no se tiene una conexión directa con la política monetaria, con el USMCA disminuirá la volatilidad.
“Ya tenemos un acuerdo [comercial], entonces va a haber menos volatilidad”, considera quien es la propuesta del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para sustituir a Manuel Ramos Francia como subgobernador del instituto central, nombramiento que tendrá que ser ratificado por el Senado.
Durante la entrevista, el doctor en Economía por la Universidad de Pensilvania, que se le ve andar en Ecobici por Paseo de la Reforma rumbo a su trabajo y al que no le gusta usar corbata, advierte que sería un error usar las reservas internacionales para pagar deuda o para otros fines, como lo han propuesto algunos legisladores. “Le saldría más caro al gobierno”.
También opina que darle un mandato dual al banco central es un argumento meramente político, porque no cambiaría la forma de actuar o de hacer la política monetaria.
“No hay una obsesión por bajar la inflación a cualquier costo”, afirma al recordar que en 2009 cuando fue la recesión económica y había una inflación superior a 6%, el Banco de México decidió bajar las tasas. “No hay necesidad de arreglar algo que no está descompuesto”, apunta.
Sin línea
¿Alguna vez pensó que podría ser miembro de la Junta de Gobierno de Banxico?
—En otra ocasión había rumores y me dijeron que habían escuchado mi nombre, pero no creo que me estaban considerando, yo creo que simplemente alguien inventó el rumor. Siempre he pensado que en un momento dado podía ser, pero creo que más bien eran buenos deseos.
¿No lo pensó dos veces aceptar la propuesta?
—No mucho, quizá por dos razones: primeramente porque yo no aceptaría un trabajo en el sector público, salvo dos excepciones que como economista para mí podrían ser interesantes, la Junta de Gobierno del Banco de México y la otra era la Junta de Gobierno del Inegi.
Creo que podría entrar en uno u otro y hacer un buen trabajo y al mismo tiempo divertirme. Ya había considerado eso en mi cabeza.
Si me hubieran dado alguna línea hubiera dicho que no, pero no me dieron línea ni para nada. O sea ninguna condición de absolutamente nada. Entonces, no tardé en aceptar.
¿Aunque vayan a tener menor sueldo ahora con la nueva ley de austeridad que abarca a los órganos autónomos?
—Sí. Voy a tener 64 años cumplidos y estoy en una etapa que podríamos llamar medio terminando mi carrera profesional.
Mis hijos ya no dependen de mí; realmente no tengo deuda, tengo todo, tengo mi plan de jubilación medio programado, entonces me puedo dar el lujo de aceptar un salario menor, simplemente por la etapa de mi vida profesional.
¿Cuántos hijos tiene?
—Dos.
¿Son hombres?
—No, hombre y mujer.
¿Y qué le dijeron?
—Hemos platicado muy poco, apenas nos vamos a reunir todos este sábado.
Pero usted ya había trabajado en el sector público, en su currículum dice que trabajó en la entonces Secretaría de Programación y Presupuesto…
—Sí, pero a principios de los 80. Fue el único trabajo del sector público. Cuando terminé mis estudios doctorales regresé a México y por invitación de Rogelio Montemayor, que había asistido a la misma universidad, me invitó a trabajar ahí. Estuve un par de años, no me acuerdo exactamente.
La verdad no me gustó mucho el sector público, me desilusionó mucho, y de ahí nunca volví a trabajar en el sector público.
¿Tenía algún plan que tendrá que cambiar por trabajar ahora en el Banco de México?
— (Suelta una carcajada antes de contestar) Mi plan era ganar más dinero y eso creo que ya no será; mi intención era seguir haciendo lo que hago y que me divierte mucho como independiente, que puedo decir lo que quiero y cuando quiero, puedo escribir sobre lo que quiero, y creo que entrando a la Junta de Gobierno como que no lo van a ver tan bien. Tenía pensado nunca usar corbata el resto de mi vida, creo que también ahí ya me moví. Quería seguir yendo a trabajar en Ecobici y no sé si lo voy a lograr.
Ni gavilán ni paloma
En cuanto a la postura de política monetaria, ¿será más gavilán o paloma?
—No creo. Pienso que mi posición ahí es más bien balanceada. Dependerá de la ocasión, de un análisis profundo de los indicadores económicos, de la situación y tomaré la decisión sin ningún prejuicio. Ahorita no me definiría ni como gavilán o paloma.
Usted es uno de los que hace una muy buena lectura de las minutas del Banco de México porque logra identificar quién de los integrantes de la Junta de Gobierno dijo qué…
—Más bien tengo más imaginación que los demás, quizás (suelta una carcajada). Por lo menos me aviento a decir quién es, no lo sé. Pero ahora van a poner los nombres y vamos a tener un poco más idea, ¿no?
¿Eso no hará que cambie su perfil?
—Al revés, si realmente siento que pudiera diferir un poquito si no publican mi nombre, ni nada quizá diría: Para qué dar batalla y voto igual que los demás, pero si mi nombre va a estar así diciendo cómo fue que voté y no estoy aunque sea un poquito en desacuerdo, pues lo voy a decir.
Reservas internacionales
¿Qué le diría a los que opinan que hay que utilizar las reservas internacionales para pagar deuda o para otros fines?
—Lo que hay que explicar es cuál es el papel de las reservas, que no es dinero ni son recursos del gobierno federal. Tienen un papel distinto en la economía y los pocos países en el mundo que han decidido hacer semejante tontería han pagado el precio y muy alto.
Si Pemex exporta más petróleo y le pagan con dólares, esas divisas las tiene que poner en el Banco de México y le entrega a cambio pesos, Pemex gasta esos pesos en infraestructura o inversión; y los dólares son un respaldo de ese dinero que está en circulación.
Si en un momento dado el gobierno federal quiere pagar la deuda con anterioridad tiene que comprar los dólares a Banxico, y le tiene que entregar pesos y lo que hace éste a su vez es retirar pesos de circulación para darle los dólares al gobierno federal.
¿De dónde va a sacar los recursos el gobierno federal para pagar esa deuda? Va a tener que emitir Cetes u otro tipo de instrumento para juntar los pesos para comprar los dólares.
El único problema es que la deuda externa tiene una tasa menor a la interna y al final le va a salir más caro al gobierno.
¿Y a los que dicen mandato dual?
—También es un argumento meramente político, porque realmente no cambiaría la forma de actuar o de hacer la política monetaria.
Como ejemplo, el economista cita lo que sucede con Estados Unidos y la Reserva Federal con mandato dual y México con uno prioritario.
“Si yo tengo un mandato prioritario no significa que es único. La Constitución no dice que se ocupe de la inflación y no de otra cosa, dice que es darle prioridad. Sí tiene más mandatos. Segunda observación: la Reserva Federal [en EU] ve el balance de riesgos de la inflación y del crecimiento económico, los compara y con base en eso toma la decisión de política monetaria.
En las pocas ocasiones que han tenido problemas de inflación que coexisten con recesión, como en la época de Paul Volcker, en los 80, le dio prioridad primero a abatir la inflación antes de estimular el crecimiento.
En México, la prioridad es la inflación, pero se hace un balance de los riesgos sobre ese indicador y el crecimiento tomando en cuenta todos los datos económicos.
Si vemos, cuando Banxico ha subido o bajado la tasa queda muy claro que no tiene una obsesión, como muchos dicen, por eliminar la inflación.
Premio Nobel
¿Qué economista ha seguido en su vida?, ¿algún Nobel?
—Yo escogí ir a la Universidad de Pensilvania porque había un profesor que se le consideraba el padre de los modelos econométricos.
En una primera etapa de mi vida profesional los modelos macro econométricos eran mi especialidad y el día que tomé clases con este profesor le dieron el Premio Nobel.
Siempre admiré mucho a Lawrence Klein, quien ganó el Premio Nobel en 1980, ya falleció, pero siempre fue uno de los que más me causó buena impresión. Otro que tuve en el doctorado y que en el primer año me dio el curso de macroeconomía fue Robert Shiller, entonces fueron dos Premios Nobel que fueron mis profesores.
arq