Fue un suicidio, sostenía la Agencia del Ministerio Público de San Agustín, Ecatepec, para explicar la muerte de Ana. Según el expediente del caso, la joven de 25 años “falleció a consecuencia de las alteraciones viscerales y tisulares consecutivas a asfixia por ahorcamiento”, es decir, se aseguraba que ella se había ahorcado, desde la protección de una ventana de su departamento.
Pero para Rocío, su madre, eso no fue así y en el camino para encontrar la justicia se dice dispuesta a enfrentar la exhumación del cuerpo de su hija. Ana murió el 18 de abril de 2014. Apenas le había anunciado a sus padres que iba a regresar a vivir con ellos.
Unos meses antes se fue a vivir con su pareja a un departamento en Ecatepec, pero se había decidido a dejarla puesto que no quería seguir con la relación. Al anunciar su regreso, madre e hija platicaron como no lo habían hecho desde hacía mucho. La joven llegó a la casa de sus padres con sus maletas llenas de ropa, lo que marcaba el inicio de un cambio total en su vida, quería rehacerla, superarse en sus proyectos; sin embargo, su vida se vio truncada cuando sus padres fueron avisados que debían acudir al Ministerio Público de San Agustín, puesto que su hija había sufrido un “accidente”, pero al llegar descubrieron que había muerto.
Ana falleció en su departamento de Ecatepec, en hechos poco claros. El Ministerio Público argumentaba un suicidio, mas las pruebas que ofrecía no convencían a Rocío. La protección de la ventana no se dobló con el peso de la joven, el cinturón con el que se ahorcó desapareció, además de que quien avisó a las autoridades fue la pareja, a quien se le tomó una declaración de pocos minutos y después se le dejó ir. Rocío no se conformó con la versión oficial, por lo que pidió acceso al expediente del caso “y ahí nos dimos cuenta de muchas cosas que no nos convencían, lo veíamos muy ilógico, porque se hizo una necropsia muy sencilla, nada más la hicieron por encima, pocas fotografías, pocas declaraciones que fueron muy tontas”.
Además no hubo una adecuada cadena de custodia de los objetos con los que supuestamente se ahorcó y no se reportaron las heridas que presentaba el cuerpo de su hija, en las manos y en el brazo. Aunque en su declaración le planteó estas dudas al Ministerio Público, éste no realizó las investigaciones.
“No investigan porque para ellos es más fácil decir que es un suicidio que ponerse a investigar, no saben distinguir un homicidio de un feminicidio”, acusa Rocío. “Olvidan que de acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, toda muerte violenta de una mujer debe investigarse con perspectiva de género”.
Por esa razón emprendió la travesía de buscar justicia para su hija. Platicó con abogados y hasta con algunos empleados del Ministerio Público de San Agustín. “Me acercaba a las personas del Ministerio Público y me decían: ‘No, es que su expediente está muy mal trabajado, pero no diga que yo le dije’”. Posteriormente, a través de organizaciones civiles, logró contactar a funcionarios de la Secretaría de Gobierno del Estado de México, quienes ordenaron que el caso de Ana fuera llevado ante la Fiscalía Especializada de Feminicidios, la cual en julio de 2016 empezó la investigación desde cero.
La exhumación del cuerpo de Ana está prevista para los próximos días —todavía no hay fecha exacta— y mediante ésta se podrá determinar exactamente qué fue lo que le pasó. Con la exhumación, Rocío confía que se llegará a la verdad. Es un proceso complicado, admite, pero “si esto me va a llevar a lo que realmente le pasó a mi hija, de que no fue un suicidio sino un feminicidio, estoy dispuesta a aguantarlo, cualquier madre lo haría”.
“Voy a ser revictimizada, pero ahora sí por una causa, no nada más por malas actuaciones de autoridades, se puede decir que el Ministerio Público de San Agustín no hizo nada. Lo hago por amor a mi hija, porque ella no se merecía esta muerte, merecía la vida que ella quería, lo que le pasó es el precio de su libertad, pagó con su vida su derecho a exigir la libertad”.