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Olga Lidia Ochoa, madre de una sobreviviente del incendio en la guardería ABC y ex trabajadora de la estancia, ha enfrentado en estos ocho años una doble batalla: por un lado, sacar adelante a su hija,  Alejandra Esquer Ochoa, y por otro, los cuestionamientos de algunos padres de  familia. Incluso, está demandada como presunta responsable.

Olga era maestra de la estancia infantil y su cuerpo también tiene cicatrices de las quemaduras que sufrió ese 5 de junio de 2009.

Ella revive su enojo al recordar que el día del incendio, sin pensarlo dos veces, rescató a varios menores arriesgando su vida.

Estuvo internada como grave a consecuencia de las quemaduras que sufrió. Hasta pasado un mes del incendio pudo viajar a Sacramento a cuidar a su hija; mientras su esposo se hacía cargo de Alejandra, y su familia de sus otras hijas.

“Ya hace ocho años [del incendio] y seguimos en las mismas: batallando. Estos ocho años han sido de vueltas diarias, a no parar”, lamenta.

Todo lo que ha sucedido en el entorno a la tragedia le parece injusto. Reconoce que existe división entre algunas madres de menores sobrevivientes debido a que los niños que resultaron afectados por inhalación de humo —llamados niños expuestos— no son catalogados como lesionados y carecen de algunos beneficios de atención a la salud de forma oportuna, a pesar de que se enferman de manera  constante.

“Ni a favor, ni en contra [en la división de los padres]. Me mantengo al margen, la controversia es cuando dicen ‘justicia’.  Yo también quiero justicia para mi hija, pero no culpando a otros inocentes   y negándoles servicios a otros niños, como son los ‘niños expuestos’. La justicia debe ser pareja para todos”, acotó.

Feliz y festejada.

Alejandra Esquer Ochoa es una niña feliz, educada, disciplinada y hogareña. Cursa el quinto grado de primaria y sueña con ser cirujana plástica para ayudar a las personas quemadas.

Por el incendio, Alejandra tenía  80% de su cuerpo quemado. La tragedia la ha sobrellevado con cientos de terapias sicológicas y múltiples cirugías, tantas, que hasta han perdido la cuenta.

Alejandra recibe una vez más en su casa al periódico EL UNIVERSAL que le entregó un regalo. Desesperada rompió la envoltura y exclamó emocionada: “¡Qué bonito!” Es un Pikachu con un disfraz, su personaje de caricatura favorito. Lo abraza, lo estruja y lo aprieta.

Alejandra comenta que su cumpleaños fue el 2 de junio y lo celebró con una “albercada”. Con el consentimiento de sus  médicos, desde hace año y medio no va al hospital Shriners en Sacramento, California, para descansar de las cirugías que se le han practicado.

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