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El sismo tomó por sorpresa a la familia Mendieta López. Desde el patio de su casa, observaron muros sacudirse y agrietarse con fuerza; dos días después, el miedo por una réplica les impide volver a su casa.
En medio de la desgracia, Asaf y su esposa encuentran en sus hijos razones para continuar, la motivación crece al mirar al pequeño Asaf jugar con “Princesa”, la mascota de la familia que llegó el pasado 15 de agosto, en cumpleaños de Mario, el segundo de sus cuatro hijos.
Tendido en una pequeña cobija, Asaf se recuesta al lado “Princesa” y se asegura de cubrirla para que no pase frío, aunque él quede destapado: “yo tengo calor”, insiste el niño de seis años antes de dormir; la foto de ambos, se viralizó en redes sociales.
La cachorra pitbull, a quien consideran parte de su familia, pasa la noche con los Mendieta, en la cancha deportiva del Calvario de la Cuarta Sección, ubicada entre las calles Belisario Domínguez y Francisco I. Madero de Juchitán, hogar temporal de decenas de personas que vieron caer su patrimonio en pedazos la noche del pasado jueves; el cansancio los obliga a dormir.
“’Princesa’ es --como le digo mi esposo-- nuestra nieta, porque es hija de mi hijo mayor, desde que llegó se convirtió en parte de la familia”, dice la mamá de Asaf, quien además relata que Princesa es la compañera de juegos de su hijo más pequeño, “no se le despega y la busca mucho”, dice sobre la complicidad entre ambos.
“Princesa”, de un color gris aterciopelado, agita la cola ante los cariños que Asaf le prodiga, la cachorra se ha convertido en su mejor amiga y comparte tiempo de juegos con ella en la intemperie, donde espera recuperar la cotidianidad de su vida, volver a la escuela y jugar con sus amigos.
Además de pérdidas humanas y materiales, en las zonas del Istmo de Tehuantepec, devastadas por el sismo de 8.2 grados, los sobrevivientes perdieron a sus mascotas, muchas quedaron entre los escombros y otras deambulan entre éstos buscando comida.
La familia solía habitar un inmueble de su propiedad, a dos cuadras de ahí. Ellos aseguran que desde la tragedia que sacudió a Juchitán, prefieren dormir en la calle.
Hasta el momento, las autoridades no han tendido la mano a las personas que pernoctan en la unidad deportiva, pero el jefe de la familia Mendieta lo entiende, “hasta el palacio municipal quedó destruido”, lamenta.
Desde el temblor, quienes ahí se congregan hacen una“vaquita” para subsistir porque no tienen otra forma de juntar para comprar comida. “Es duro y estamos pasando las noches en la intemperie, porque quedarnos con la noticia de podría haber una réplica mayor o un tsunami, nos tiene más que alertas, esperando lo que venga, no podemos hacer otra cosa que esperar”, señala.
Recuerda el trágico momento del terremoto y relata que no pudieron salir a la calle. Resguardados en el patio de su vivienda, hechos bolita para sostenerse en pie y para esperar lo peor. Antes de salir no olvidaron sacar a “Princesa”, quien quedó en brazos de su hijo y desde entonces convertirse en una compañía incondicional. (Con información de Edwin Hernández).