En sus charlas con amigos y en sus videos que constantemente grababa, Cándido Ríos siempre decía que “por naturaleza” era periodista, aunque su esposa Hilda le pedía que abandonara el oficio porque lo llevaba a un “abismo”.
El reportero de Hueyapan de Ocampo era un hombre franco y directo. Jamás tuvo empacho en confesar que logró culminar la primaria “a madrazos”, que tenía faltas de ortografía y que durante 16 años fue trailero. Vendió periódicos en Hueyapan y desde ahí decidió que su oficio y pasión sería ser reportero, uno autodidacta, con limitaciones, pero con muchas ganas de “abrirle los ojos a su pueblo”.
“Me dedico a hablar con la verdad, siempre luchando por lo robado, empeñado o vendido de mi pueblo”, dijo Cándido en un video casero que grabó días antes de su muerte. Ahí aseguró que sus únicas armas “disparan verdades”.
En la grabación que apareció en redes sociales, lanzó acusaciones de corrupción en contra de Samuel Huerta (líder y regidor de Huayapan de Ocampo), Javier Gómez Cazarín (ex candidato de Morena en Hueyapan) y Gaspar Gómez Jiménez (ex alcalde priísta).
“Nosotros no usamos las armas, nos acribillan peor, a sabiendas que nuestras armas no disparan balas, sino verdades”, afirmó en una imagen en la que se le aprecia en un campo verde.
Cándido Ríos fue ejecutado el martes a balazos en el municipio de Hueyapan de Ocampo. En el ataque fallecieron sus dos acompañantes. Los hechos ocurrieron cuando las víctimas se encontraban afuera de un minisúper en la comunidad Juan Díaz Covarrubias. Testigos dijeron que hombres armados a bordo de una camioneta abrieron fuego contra ellos.
Con tristeza, su hija Cristina Ríos Nieves recuerda que a través de esa actividad periodística desenmascaraba a personas poderosas, con dinero y caciques del pueblo, por lo que recibía constantes amenazas.
En la grabación subida a su cuenta de Facebook el 13 de agosto de 2017, Cándido asegura que se dedicaba a abrirle los ojos a su gente, la cual, dijo, es agachada y ciega. Indicó que la gente “prefiere morir de rodillas callada que parada y hablando, y eso indigna”.
Denunció una supuesta red de corrupción de obras públicas de muy baja calidad y “de muy fuerte billete” en el municipio donde reportaba notas.
Se autodefinía como “un redentor” y rechazó cobijarse en grupos o asociaciones civiles y mucho menos “buscar honra, triunfo y honores. Cuando escribo tengo mis errores, pero no de lo que escribo, sino en faltas de ortografía, puntos y comas, pero lo importante es que no faltan puntos y comas que quitar, todo es fundamental”.
Reconocía que emitía frases equivocadas, pero jamás torpes ni mucho menos erróneas.