Al alba el equipo de mecánicos, pilotos y sobrecargos del avión presidencial José María Morelos y Pavón alistaban la salida a Ixtepec, Oaxaca. Sería una jornada larga y la aeronave se convertiría en el centro de operaciones del Presidente de la República para enfrentar la peor tragedia del país durante los últimos 32 años, era el 19 de septiembre de 2017.
Desde su llegada a México, la madrugada del 3 de febrero de 2016, el Boeing 787-8 ha sido escoltado en Europa por jets de combate, le ha dado la vuelta al mundo con al menos 20 giras internacionales, ha sido anfitrión de niños, maestros, legisladores y funcionarios, de poderosos empresarios y de la familia presidencial.
El costo total del avión, incluyendo ingeniería, instalación de sistemas, adecuaciones de estructura, equipamiento de cabina, certificaciones y un paquete de refacciones, fue de 218.7 millones de dólares, que se pagaron a 13.5 pesos por dólar, dado que también se adquirió una cobertura del tipo de cambio. Esto significa que el costo real, pagado en pesos por la totalidad de la aeronave con su equipamiento, fue de 2 mil 952.4 millones de pesos, según datos de Presidencia.
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La aeronave fue adquirida por la administración del ex presidente Felipe Calderón, tras un exhorto del Poder Legislativo para renovar la flota aérea presidencial ante las muertes de Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake; el Estado Mayor Presidencial la clasifica “de seguridad nacional”.
Sacudido por el 19S
Aquel 19 de septiembre de 2017, mientras en el Hangar Presidencial preparaban el vuelo a Oaxaca, el mandatario Enrique Peña Nieto encabezaba la ceremonia luctuosa por los terremotos de 1985 en la Plaza de la Constitución. Los invitados y periodistas estaban citados a las 9:00 horas, pero hubo un retraso.
Casi a las 12:00 horas el TP01 (Transporte Presidencial 01) emprendió el vuelo y a punto de aterrizar en la Base Aérea Militar Número 2, en Ixtepec, Oaxaca, detuvo el descenso y se elevó. El reloj marcaba arriba de las 13:00. Dio varias vueltas a esta región seriamente afectada por los sismos de principios de mes.
A las 13:30, el vocero del gobierno de la República, Eduardo Sánchez, apareció en la cabina de repoteros, estaba alarmado. “Vamos a regresar, hubo un terremoto”, alarmó y se fue.
Un minuto después el Presidente apareció en la cabina, tenía el rostro desencajado, preocupado, duro: “Regresaremos a la Ciudad de México, hubo un sismo muy fuerte y hay muchos edificios colapsados en la zona de la Condesa, la Roma, la Narvarte, en el sur”.
En ese vuelo lo acompañaban los secretarios de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos; de la Marina (Semar), Vidal Francisco Soberón; de Gobernación (Segob), Alfonso Navarrete, y el responsable de Protección Civil del gobierno federal, Luis Felipe Puente.
Desde el aire, con la tecnología del moderno Boeing 787-8 —con autonomía de 16 horas de vuelo y telecomunicaciones—, el Jefe del Ejecutivo operó la atención a la emergencia durante los primeros minutos tras el sismo.
Al llegar a la Ciudad de México sobrevoló durante unos minutos y después de dirigió a la Base Aérea Militar Número 1 de Santa Lucía. Ahí descendió, el Presidente de inmediato abordó un helicóptero para atender el desastre. Eran casi las 16:00 horas.
El Presidente en peligro
En la madrugada del 5 de marzo de 2015 el anterior avión presidencial TP01 Presidente Juárez volaba de Aberdeen, Escocia, a Gander, Canadá, donde abastecería combustible para después continuar a la Ciudad de México, pero algo falló.
Durante una tormenta de nieve el Presidente Juárez había perdido dos válvulas de combustible, por decisión presidencial la aeronave continuó su itinerario a fin de que el Ejecutivo cumpliera una serie de compromisos con países de Centroamérica y El Caribe en Mérida.
La aeronave voló bajo, cerca de los aeropuertos de Canadá y Estados Unidos para eventualmente realizar un aterrizaje de emergencia, desde las ventanillas se veían las luces de las ciudades. Al concluir esa gira el avión presidencial estuvo 30 días en mantenimiento.
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La inauguración
El 10 de febrero de 2016, apenas siete días después de haber llegado a México —desde Dallas, Texas—, el Morelos inició operaciones en la Flota Aérea Presidencial en el marco del Día de la Fuerza Aérea.
Salió a las 11:15 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al Aeropuerto Internacional General Ignacio Pesqueira García, en Hermosillo, Sonora. A punto de aterrizar dos aviones de combate F-5 de la Fuerza Aérea Mexicana lo escoltaron.
Ese día Peña Nieto mostró personalmente el avión a los periodistas que lo acompañan. Bromeó cuando le preguntaron si tenía jacuzzi o sala de cine, ninguno de los dos. Mostró que no tiene lujos y que incluso está menos equipado que los Boeing 787-8 de Aeroméxico, que realizan vuelos a España, Francia o Argentina. Fue un viaje de ida y vuelta que terminó a las 21:00 horas en la capital del país.
Giras internacionales
Entre el 3 de febrero de 2016 y el 31 de julio de 2018 el avión presidencial José María Morelos y Pavón ha realizado más de 20 viajes internacionales. En abril de 2016 viajó a Alemania y Dinamarca . En junio de ese mismo año viajó a Canadá para la participación de Peña Nieto en la Cumbre de Líderes de América del Norte en Ottawa, de ahí voló durante más de 12 horas hasta el sur de Chile para participar en trabajos de la Alianza del Pacífico.
En enero de 2017 se programaron viajes para EU, República Dominicana —que se suspendieron—, Colombia, Alemania, Francia, China, Belice y Vietnam. Este año se ha trasladado a Chile, Perú y Alemania. Ha emprendido más de 70 vuelos nacionales.
bft