La colación es un dulce típico e infaltable en las fiestas navideñas. No se puede imaginar a la piñata sin su respectiva colación.
Hay de diferentes tamaños, formas, sabores, texturas y colores. Algunos son redondos, otros ovalados; de color rosa, amarillo, verde, azul o blanco; rellenos de naranja, limón, canela, cacahuate, almendra, nuez y hasta avellana; pero eso sí todos cubiertos con azúcar glass o fécula de maíz. La verdad es que no importa cuál te toque, todos son deliciosos.
Pero, ¿de dónde surge este dulce tradicional? Su origen es incierto, el cronista Guillermo Prieto en “Memorias de mis tiempos (1840-1853)” habla de ello “La Sra. Urruchua, viuda de Martínez del Campo, honorable y opulento comerciante, brilló en un tiempo en primer término en nuestra sociedad, y para caracterizar el lujo que gastaban, mencionaban unas popularisimas posadas en que se distribuyó la colación en valiosos platitos de plata”.
Sin embargo, la versión que más se conoce sobre la creación de este dulce es la de “La Giralda”. En 1926 la española Consuelo Anaya de Pérez y su esposo Fernando Pérez García fundaron una empresa llamada “Hispano-Mexicana”, una pequeña fábrica de dulces. En esos años la elaboración de los dulces era 100% artesanal y sus ventas pequeñas, sin embargo producían gran variedad de caramelos.
Fue en los años 40 que gracias al éxito de sus productos, Consuelo y su esposo renovaron su empresa y así surgió “La Giralda”, nombre que fue elegido por Consuelo por su admiración al paisaje y la cultura del sur de España.
A doña Consuelo se le ocurrió fabricar un dulce compuesto con salvado, que resultó un tanto duro pero de buen sabor y lo llamó colación. Este dulce se volvió todo un éxito y La Giralda es líder en su fabricación.
Desde ese entonces comenzó a incluir el dulce en las tradicionales celebraciones mexicanas y a pesar de la incursión de otros, la colación sigue comprandose y llenando de color y sabor las fiestas navideñas.