Tijuana.- Marco desapareció el 30 de mayo de 2017 en Tijuana, Baja California. Su padre, Marco Antonio Zavala, levantó la denuncia, lo buscó y compartió pistas a las autoridades. En enero del 2018 le informaron que el cuerpo de su hijo estaba sepultado en el panteón municipal, que al Servicio Médico Forense (Semefo) llegó en mayo pero, ahí sólo mantienen los cadáveres unos días, para evitar que se acumulen.
Marco Antonio rememora que el primer rastro de Marco lo encontró en la nota de un periódico. En el texto se detallaba la detención de tres hombres con un cadáver, en una calle cercana a su vivienda, decidió ir al Ministerio Publico a pedir que le tomaran una muestra de sangre para saber si se trataba de su hijo, pero se la negaron.
“Para pedir una muestra de ADN tienes que estar seguro que es tu hijo”, fue la respuesta que recibió de las autoridades, “oye pero yo lo estoy solicitando precisamente porque no estoy seguro”, le respondió al agente a cargo del caso.
Meses después y luego de que intervino la Comisión Estatal de Derechos Humanos fue que le hicieran caso. Los resultados reflejaron lo que él presentía, efectivamente ese joven asesinado, era su hijo por el que había preguntado desde junio.
El padre de la víctima recuerda que al recibir la noticia, al dolor que sentía se añadió el coraje pues, el cadáver de su hijo estaba en el forense cuando él fue a buscarlo. “No me lo mostraron nunca, ellos tenían todo, lo de la ropa y la vestimenta, pero no me dijeron nada”.
Otras siete familias pasaron por la misma situación que Marco Antonio y para recuperar los restos, tenían que pagar. El costo por la exhumación va de los 10 mil a los 50 mil pesos dependiendo del nivel en que hayan quedado los restos: en el primero, segundo, tercero o cuarto pisos de la fosa común.
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