Oaxaca de Juárez.— Abril lo pensó durante días. Evaluó las consecuencias de enfrentar un embarazo en medio de la pandemia de Covid-19 y la viabilidad de convertirse en madre entre la incertidumbre. Finalmente, decidió que no podría costearlo, así que buscó ayuda de aquellas mujeres que acompañan a otras en momentos como ese.
Abril —nombre usado para proteger su identidad— tiene 25 años y está a punto de terminar su formación como abogada. Hace algunos meses se enteró de que estaba embarazada y fue entonces que llegó el miedo.
“Fueron muchos días de pensarlo (...) En este momento un embarazo es imposible de costear; tuve miedo. En medio de la pandemia, yo no quería exponerme”, sostiene.
A la par de sus clases en línea, Abril buscó información sobre las redes de mujeres que se ayudan entre sí y cómo operaban en pandemia, pues sabía que aunque desde el 25 de septiembre de 2019 la Ley protege el derecho de las mujeres en Oaxaca a decidir sobre su cuerpo y abortar hasta la semana 12 de gestación, en realidad el acceso no está garantizado y la emergencia lo complica todavía más.
La búsqueda, describe, fue sencilla, pues encontró en Facebook un grupo que publicó: “Estás embarazada y no sabes qué hacer, contáctanos”. Ahí comenzó todo el proceso.
Sin alternativas.
Según Valentina Jaso, representante de Católicas por el Derecho a Decidir, la pandemia dificultó aún más el proceso de acompañamiento a mujeres que deciden no continuar con su embarazo. Lo anterior se debe a que el aislamiento hizo difícil que ellas encuentren redes de apoyo.
“La pandemia tuvo como consecuencia la suspensión de clases. Y es a través de las escuelas que grupos y organizaciones nos acercamos a mujeres en edad escolar, a través de pláticas o talleres para hacerles saber que pueden decidir sobre su cuerpo”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.
En el caso de Oaxaca, a la suspensión de clases se sumó la falta de conectividad en muchos municipios a donde las estudiantes tuvieron que retornar durante la cuarentena, que se ha extendido por 11 meses.
Sin la posibilidad de acudir a espacios presenciales para recibir acompañamiento, Abril decidió hacer el proceso a distancia, con la ayuda de otras mujeres que, de manera remota, dieron seguimiento a su caso durante todo el proceso de interrupción.
“Pensé que no iba a poder hacerlo sola, pero me explicaron con mucha claridad los medicamentos, cuidados y señales de alarma en caso de algún síntoma irregular, pero no presenté ninguno. A la semana, me había recuperado físicamente”, señala.
De acuerdo con la representante de Católicas por el Derecho a Decidir, aunque al inicio de la pandemia no hubo contacto con mujeres que buscaran interrumpir su embarazo, lo que atribuye al aislamiento, en lo que va de 2021, unas 50 se han acercado a las redes a las que ella pertenece para buscar acompañamiento. Esa cifra es similar a la que brindaban durante todo un año.
Para poder seguir con el acompañamiento, las redes sociales se han convertido en el principal canal de las activistas, pues a través de ellas las contactan y resuelven dudas sobre cómo recibir asesoría.
Por ejemplo, grupos feministas se han organizado para brindar asesoría en línea sobre cómo usar los medicamentos, pues sostienen que en Oaxaca no se ha garantizado el acceso a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), además del riesgo que representa acudir a los hospitales por el coronavirus.
En su caso, por recomendación de sus acompañantes, Abril recibió de forma remota la asesoría de una psicoterapeuta, quien, a meses de haber interrumpido su embarazo en la semana nueve, le sigue brindando terapia.
“Ahora acompañamos a quienes tienen acceso a las redes, pero nos preocupa poder llegar a todas aquellas que no lo tienen por falta de recursos. El mayor reto es llegar a quienes no conocen la reforma y siguen creyendo que decidir sobre su cuerpo es un delito, que se siguen enfrentando a las violencias, incluso en su propia casa”, señala Valentina Jaso.
Según datos oficiales, se proyecta un aumento de embarazos adolescentes de hasta 12% durante la pandemia; actualmente, 73 de cada mil partos son de mujeres de entre 15 y 19 años. Lo anterior es grave, sostiene Valentina Jaso, porque los embarazos adolescentes, aún más durante la pandemia, “pueden ser indicativos de violación o de convivencia con los agresores”, finaliza.