Alexis Yael, de 23 años, es una víctima colateral de la violencia que se vive en una de las colonias más peligrosas en la Ciudad de México: La Morelos.
Era el mayor de cuatro hermanos, profesaba la fe cristiana con sus amigos de la universidad, de casa, y de su iglesia ubicada en Tepito. Además, estudiaba el cuarto semestre en la carrera de Derecho en la FES Aragón.
El pasado 27 de Abril fue asesinado por error. Su cuerpo fue usado como escudo humano en un tiroteo dentro de la unidad habitacional donde creció, en la calle Jardineros.
‘Rubius’, como le decían por el tono de su piel y cabello, murió de seis tiros frente a los ojos de sus padres Raúl Torres, Araceli Castillo, y de sus hermanos pequeños que aún recuerdan, una y otra vez, aquella escena.
En entrevista con EL UNIVERSAL los padres del joven explican que ese lunes todos llegaron a casa por la noche después de una fiesta familiar. Alexis Yael fue el primero que entró a la unidad y a unos cuantos pasos de la puerta del departamento, se encontró con un vecino de nombre Néstor.
“Escuchamos que le dijo que tiene un problema, pero mi hijo le contestó que ‘ahorita no, porque tengo que estudiar para un examen’. Ellos siguieron caminando y nosotros nos quedamos en la entrada porque íbamos a ir a la tienda con los niños. En ese lapso vimos cómo alguien entró casi corriendo, un joven… nos pasó… y escuchamos que dijo algo como: "¡Néstor, ya valió!", narran.
Después de este grito que rompió con la conversación de los jóvenes, Alexis Yael volteó hacia el agresor, al que le daba la espalda mientras Néstor, quien vio la cara de quien le gritó, intentó ocultarse.
El individuo empezó a disparar, Néstor se escondió detrás de Alexis Yael y éste recibió las balas. Murió instantáneamente.
Hoy, a más de dos semanas del crimen, en una ciudad donde los asesinatos en contra de jóvenes universitarios se han evidenciado, los padres de Alexis Yael piden justicia.
“Es una impotencia, porque en el caso de Norberto no hay sospechosos pero en este caso todo está en la mesa, y no hacen nada, qué pueden esperar las demás personas, los demás familiares que perdieron un hijo… Es una impotencia que causaron el daño viven normal, y nosotros que no teníamos nada que ver, cómo posible que no nos metemos con nadie, nuestra vida está paralizada. No tenemos ni la fuerza para continuar”, exige su madre.
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