Para rescatar las tradiciones mexicanas más arraigadas, un grupo de artesanos del municipio de Tenancingo cambiaron el diseño de rebozos tejidos en telar de cintura por cubrebocas.
Los participantes, dijeron, intentan sobrevivir a la emergencia sanitaria dando forma a un artículo que se convirtió en esencial para las personas.
Jesús Zárate Escobar, uno de los pocos hombres que se dedica al tejido en telar de cintura, narró en entrevista que ha sido muy difícil para este sector subsistir a la emergencia financiera actual.
Resaltó que la mayoría de los que se dedican a confeccionar rebozos no tienen cuentas en el banco ni ahorros que les permitan dejar de vender en las calles, por lo que buscaron una forma de suplir las ventas que tenían en plazas para seguir teniendo ingresos.
Jesús, que se ha dedicado a tejer rebozos desde niño como una tradición que heredó, afirmó que es un oficio que ama, “pues la satisfacción del primer dinero que recibí con mi trabajo me hizo reconocer que el tejido sería mi vida”.
Sin embargo, aseguró, no es un trabajo valorado, ya que para quienes tejen resulta difícil que un cliente pague lo justo por el producto, así que al presentarse la emergencia sanitaria, “fue menor la venta y buscamos una nueva forma de salir adelante”.
“Aprovechamos el material que teníamos. De los mismos rebozos hemos cortado a la medida los cubrebocas y los cosemos a pellón quirúrgico, le agregamos el resorte y lo ponemos a la venta”, explicó.
Los telares son de madera y están dentro de casa, lo que facilita el trabajo.
En su caso, detalló Jesús, son seis personas quienes participan en esta labor, incluidos sus dos nietos, que están a su cargo, pues su hijo falleció.
Cada pieza tiene un costo de 40 pesos y están a la venta por internet en la página Rebocería de Facebook. En Toluca, Santiago Tlacotepec, Sara Stephanie les ayuda con las ventas.
Comentó que hace unos años conoció a esta joven, quien desinteresadamente les hizo promoción y los ayuda a vender el producto en diversos puntos de la capital mexiquense, además de haber tomado fotografías mostrando la técnica del rebozo, con lo que han logrado elevar sus ventas.
“Somos un taller casero, no empresas que sacan piezas a destajo, sino es un trabajo delicado, hecho a mano, con técnicas muy antiguas y que nos permiten darle un sentido distinto a cada hilo, el cual formará una cubierta diferente”, expresó Jesús.
En Tenancingo, comentó, varias familias han dejado de lado la actividad del tejido de rebozos para iniciar otros negocios que dejen más recursos monetarios, aunque pese a esto “sí hay algunas que también comenzaron con la producción de cubrebocas.
“Nosotros tenemos mucha fe en que esta alternativa nos va a ayudar a salir adelante, aunque es una pieza que para muchos no está a la moda, el rebozo es típico mexicano y si hay de luchadores, de personajes de película o de marcas muy costosas, por qué no de nuestras raíces”, cuestionó.