CUERNAVACA, Mor.- En las administraciones del PAN (2000-2012) en el país y Morelos, el exsecretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, eligió Morelos como zona de descanso y de residencia temporal. Aquí construyó una casa y compró otra que después vendió a su hermana Luz María García Luna. Aquí también compró un restaurante para su esposa que operó bajo el nombre de Los Cedros, Café, Pastelería y Restaurante, pero aparentemente las ventas no le favorecieron y quebró. Actualmente el negocio esta cerrado y de sus puertas, ventanas y espectaculares penden anuncios de venta.
Para construir su casa García Luna adquirió cuatro terrenos que sumaron 2,060 metros cuadrados en el fraccionamiento habitacional Pedregal de las Fuentes, del municipio de Jiutepec, oriente del estado.
En el Registro Público de la Propiedad y del Comercio de Morelos hay expedientes catastrales que demuestran la adquisición de los predios y casas, sus gravámenes y los traslativos de dominio.
Esos registros le adjudican otra propiedad en un fraccionamiento del mismo municipio, situado en la zona conurbada de Cuernavaca y diagnosticado como territorio del cártel de Los Rojos, escisión del Cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
La mayoría de los predios, unificados en construcción, fueron vendidos por García Luna en 2009, justo el año en que infantes de la Marina abatieron a Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas” y/o “El Jefe de Jefes”, en el fraccionamiento Altitud, en el municipio de Cuernavaca.
Como Secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, tenía buena relación con el entonces Secretario de Seguridad Pública de Morelos, Luis Ángel Cabeza de Vaca, incluso una de sus hermanas trabajaba en la dependencia estatal, pero renunció porque el mando policiaco fue detenido en mayo de 2009 por agentes federales, por su presunta vinculación con el cartel de los Beltrán Leyva.
Pero la vecindad de García Luna comenzó a molestar a los morelenses porque sus entradas y salidas de Morelos hacia la Ciudad de México eran acompañadas por una ostentosa fila de camionetas blindadas que detenían y cerraban el tráfico vehicular para dar paso libre al entonces superpolicía del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Sus regresos a Morelos, escribió el exgobernador Jorge Carillo Olea, en una columna periodística eran de extrema custodia y, de acuerdo con el exmandatario, su arribo y salida por la autopista México-Acapulco molestaba a los habitantes porque sus escoltas cerraban los circuitos viales a su paso.